30 de enero de 2017

DONALD TRUMP, CAUDILLO DEL MUNDO



La verdad es que me da un poco de vergüenza escribir sobre Donald Trump si no fuera por lo que hoy representa, su figura me merece tanto interés como la de Idi Amin, es decir ninguno. Pero ahí está, democraticamente elegido para gobernar el mundo, si, el mundo.

Si Hitler utilizó la guerra relámpago para hacerse con los países europeos, Trump ha acudido a la técnica del estado de sitio, que lleva más tiempo pero al final tiene los mismos resultados prácticos, y al igual que el emigrante austriaco que hundió Europa se acercó a Stalin para firmar pactos Trump hace lo propio con Putin. Su plan de acción, ya anticipado durante el periodo electoral, no solo se va a cumplir, sino que me temo que va a ser aún más dramático... si le dejan.

No deja de resultar curioso que el presidente del país más rico del mundo vaya a poner en marcha planes económicos diseñados para países hundidos en la depresión, una especie de keynesianismo enloquecido, aliñado con un proteccionismo de muy difícil, por no decir imposible, aplicación en el mercado global que nos hemos (nos han) dado.

De nada le vale a Trump que estemos en el siglo XXI, todos los adelantos tecnológicos que disfrutamos (o padecemos) no le parecen suficientes para luchar contra la inmigración ilegal, que para él es la que simplemente no le parece adecuada, unas medidas que afectan también a los turistas ocasionales. Así las cosas, se propone construir un muro de 3.000 kilómetros de largo y altura discrecional para entorpecer la llegada de emigrantes a través de una de las dos únicas fronteras del país. Un hermano menor de la muralla que los chinos construyeron allá por el siglo V. antes de Cristo. Para que luego digan que la humanidad avanza.

Dicen los medios que el Caudillo Trump ha hablado en serio con sus generales, que les ha dado un mes de plazo para diseñar un plan que acabe definitivamente con el Daesh, el Isis o como le quieran llamar..., no se a ustedes pero a mi ese plan me da mucho miedo, del de verdad. Unamos a ello que quiere "legalizar" ciertos métodos de tortura y sin darnos cuenta nos acordaremos de la Gestapo nazi, si de esa misma Gestapo que "asesoró" a la policía franquista española desde 1938 hasta que los nazis se sentaron en el banquillo de Nuremberg. 

La homofobia, machismo, racismo y demás "virtudes" del personaje, son de tales magnitudes que impiden comprender como hay personas que le han votado, con Hitler pasa algo parecido.

Juntemos todo lo anterior en una coctelera, agitemos debidamente y obtendremos algo muy parecido a lo que se vivía en la Europa de la segunda mitad de los años 30' del siglo pasado. Una Europa en la que se respetaba a Hitler, se pactaba con él, se le permitía invadir países y ayudar al establecimiento de dictaduras, por ejemplo en España, ¿se acuerdan?. Casi todos, que no todos, sabemos lo que pasó después, en España y en Europa,  y lo malo de todo esto es que eso de que la historia se repite es algo más que un dicho.

De momento son muchos aquellos que denominan populismo al fenómeno Trump, a lo mejor lo hacen por que así se tranquilizan, a lo mejor lo hacen simplemente por que eso del "populismo" está de moda, lo que si está claro es que Trump es un déspota y que del despotismo al fascismo solo hay un paso, o quizás ninguno.

La única esperanza contra Trump es que el pueblo americano lo descabalgue de su particular Othar, de ese caballo con el que Atila hacia de las suyas, desde fuera nada se puede hacer. Afortunadamente los norteamericanos disponen del 'Impeachment', y según muchos analistas Trump ya ha dado motivos más que suficientes para ser sometido al proceso y destituido.



Benito Sacaluga.



19 de enero de 2017

LA LUZ OSCURA





No es de ahora, la comúnmente llamada factura de la luz siempre ha sido un palo para las economías familiares, incluso cuando solo utilizábamos la energía eléctrica para iluminarnos y oír la radio. Siempre costó trabajo pagar esa factura.  Lo bueno de entonces es que prácticamente pagabas lo que consumías. Desde que la fiebre liberal comenzó a privatizar las compañías eléctricas todo cambió. Hoy lo que pagamos por nuestro consumo eléctrico representa escasamente el 35% del importe total de la factura, el resto son añadidos. Nuestros gobiernos "controlan" el precio del Kw/hora consumido pero nos obsequian con una retahíla de impuestos y cánones, de los cuales no sabemos muy bien la razón por la que los debemos pagar.

Las autoridades, y los que no lo son, se afanan en explicarnos la factura, tal vez nos toman a todos por idiotas. Lo que no nos explican es la razón por la cual debemos pagar determinados platos rotos a causa de una gestión de la energía propia de aficionados o de ladrones. 

Peaje de acceso a potencia, Comercialización, Peaje de acceso a energía, Impuesto sobre electricidad, Alquiler de contadores y equipos de medida, Primas varias, etc... y por supuesto el IVA. Un IVA al tipo del 21%, al tipo máximo, que pagamos todos por igual, lo mismo da que se trate de una familia humilde con una potencia contratada mínima que de una multinacional. La familia apechuga sin más con el el gasto y el IVA, mientras que las sociedades se desgravan el gasto en electricidad y además recuperan el IVA. Cuestión intocable. Acabamos de oír al ministro de Industria y Energía, con la cartera recién estrenada, que la subida de la luz es positiva, ya que comporta un mayor ingreso de IVA para el Estado y que gracias a eso se pueden evitar más recortes en otros ámbitos. Para llorar, y digo para llorar una vez descartada la posibilidad de liarme a hostias con el nuevo ministro...y con los anteriores, que es lo que de verdad me pide el cuerpo.

Dado el cariz que está tomando el tema de la energía, y además la negativa a implantar masivamente energías renovables, limpias, baratas y de fuente perpetua (sol y viento), cada día se hace más necesario que todos reclamemos que el problema energético, su coste para las familias, se solucione de una vez por todas.

Nuestra legitima reclamación está amparada por la Constitución de forma clara y contundente en su Titulo VIII. Art.128/2:
"Se reconoce la iniciativa pública en la actividad económica. Mediante ley se podrá reservar al sector público recursos o servicios esenciales, especialmente en caso de monopolio y asimismo acordar la intervención de empresas cuando así lo exigiere el interés general"
Está claro, o debería estarlo, sectores vitales, de primera necesidad como la energía no deberían estar en manos privadas, sin embargo al reclamar como reclamo la nacionalización o intervención pura y dura de las eléctricas, muchos, quizás demasiados, me tildarán de rojo extremista o algo parecido. Este es uno de los problemas que tenemos en España, que a los que exigimos que se respeten nuestros derechos se nos clasifica como de muy peligrosos extremistas de la izquierda revolucionaria y a los que no lo hacen de patriotas. A los que palman o enferman a causa del frío ni siquiera se les considera de nada, al fin y al cabo menos pobres en las próximas votaciones.



Benito Sacaluga.




15 de enero de 2017

EL PSOE Y EL DESPOTISMO




Dos cosas nos quedarán del Comité celebrado ayer por el PSOE. Una que Patxi López va a presentarse como candidato a la SG del partido sabiendo que no va a salir elegido. La otra que José Blanco ha demostrado, a las claras y públicamente, que no merece pertenecer a un partido en el que se hace bandera de su democracia interna, y menos aún presidir un Comité Federal.

José Antonio Pérez Tapías intentó que se debatiera una propuesta de calendario, alternativo al que "proponía" la dirección provisional del partido para la celebración del Congreso. A las fechas propuestas por la dirección, 17 y 18 de junio, Pérez Tapias proponía que el Congreso tuviera lugar los días 8 y 9 de abril. José Blanco impidió que se votase la propuesta de Pérez Tapias, una propuesta, la de Pérez Tapias, que al parecer recogen los Estatuos del partido. El argumento de Blanco fue demoledor:
"...los Estatutos los interpreto yo porque los hice yo".

Bendita democracia interna la del PSOE, sus Estatutos los hace una sola persona y además ella es la única autorizada para interpretarlos. Sorpredentemente José Blanco sigue hoy perteneciendo al partido.

José Antonio Pérez Tapias, ha asegurado a través de su cuenta de Twitter que nunca más asistirá a un Comité Federal del PSOE dirigido por un "tipo" que, según él, zanja el debate así.

Ya no solo se impide que las bases hablen y voten, también se impide que lo hagan los miembros del Comité Federal cuya postura pueda incomodar a los todopoderosos barones, y a una Gestora que lo único que ha hecho desde que fue constituida, aparte de traicionar a todos los votantes del PSOE permitiendo que el PP gobierne, ha sido coordinar "intrigas palaciegas" para que una andaluza incapaz alcance la Secretaría General del Partido. 

Está claro, los presidentes de la Mesa del Comité Federal son elegidos en base a sus frustradas ansias de poder. Ya pasó a finales de septiembre pasado cuando la anterior presidenta, Verónica Pérez, dijo eso de :

“La única autoridad en el PSOE soy yo, les guste o no”

Vaya panorama. No me gustaría estar en la piel de la militancia del PSOE, si ya desde mi independencia me entristece la deriva que está tomando el partido, no me imagino lo que pueden estar pasando sus militantes.

Unamos a lo anterior las declaraciones de Corcuera, Leguina y cia, representantes auto-designados de una, más que vieja, obsoleta guardia, efectúan continuamente en la cadena de televisión de los obispos, y nos daremos perfecta cuenta de la deriva antidemocrática, incluso me atrevería a decir que antisocialista, que en cuestiones internas está sufriendo el PSOE.


Benito Sacaluga.











13 de enero de 2017

¡ VIVA LA REPÚBLICA !



Cinco días antes de que Alcalá Zamora presidiera  la sesión de apertura de las nuevas Cortes (8 de diciembre de 1933), tras las elecciones generales de noviembre, en las que la derecha se presentó coaligada y venció a una izquierda que se presentaba dividida (que raro), Ortega y Gasset publica en el diario El Sol un artículo titulado ¡ Viva la República!, en el que, ante el triunfo de la derecha anti-republicana, acentúa de forma clara y motivada la necesidad de un régimen republicano, por encima de cualquier otra consideración sobre lo acontecido desde 1931. A continuación reproduzco íntegramente dicho artículo.



¡VIVA LA REPÚBLICA!


Creo firmemente, ya lo he dicho antes, que estas elecciones contribuirán a la consolidación de la República. Pero andan por ahí gentes antirrepublicanas haciendo vagos gestos de triunfo o amenazas, y de otro lado, hay gentes republicanas que sinceramente juzgan la actual situación peligrosa para la República. Pues bien: suponiendo que con alguna verosimilitud sea esto último el caso presente, yo elijo la ocasión de este caso para gritar por vez primera, con las pedazos que me quedan de laringe: "¡Viva la República!".

No lo había gritado jamás: ni antes de triunfar ésta ni mucho menos después, entre otras razones porque yo grito muy pocas veces.


QUIÉN ES EL QUE GRITA

Pero como todo anda un poco confundido, y los españoles del día tenemos poca memoria, quiero recordar o hacer constar algunas cosas que hasta ahora he callado o no he querido subrayar. Desde el fondo de mi largo y amargo silencio, estrujándolo como un racimo lleno de jugo, quiero rememorar a mis lectores y a todos los españoles— porque tengo tanto derecho como cualquiera otro para dirigirme a ellos— quién es el ciudadano que ahora, precisamente ahora, grita: "¡Viva la República!".

El que grita se sintió en radical desacuerdo desde el día siguiente al advenimiento de la República con la interpretación de ésta y la política que iniciaban sus gobernantes. Yo no puedo demostrar con documentos la verdad literal de esta frase. Dejémosla, pues, como una frase y nada más. Pero lo que si puedo demostrar con documentos es que ya el 13 de mayo —por tanto, un mes justo de la proclamación del nuevo régimen— protesté airadamente, junto a Marañón y Pérez de Ayala, contra la quema de conventos, que fue una faena aun más que repugnante, estúpida. Esto el 13 de mayo; pero el 2 de junio publicaba yo un articulo titulado: "¡Pensar en grande!", invitando a tomar la República en forma y formato opuestos a los que empezaban a adoptarse. Y en 6 de junio, convocados a elección los ciudadanos, apareció otro artículo mío titulado: "¡Las provincias deben rebelarse contra los candidatos indeseables!". El 25 del mismo mes mi discurso electoral en León, donde, contra todo mi deseo, había sido presentado candidato, comenzaba así, según la transcripción algo incorrecta de los periódicos leoneses:

"¿Queréis, gentes de León, que hablemos un poco en serio de la España que hay que hacer? Con profunda vergüenza asisto a la campaña electoral que se está llevando a cabo en toda la Península, se trata, nada menos, que de unas elecciones constituyentes. Se moviliza civilmente el país para que elija a unos hombres que van a fabricar el nuevo Estado. Es un gigantesco edificio el que hay que construir, y no hay edificio si no hay en la cabeza un plano previo de líneas vigorosas. Lo que me parece vergonzoso es que los cientos de discursos pronunciados en España no anuncien una sola idea clara, que defina algo sobre ese Estado que hay que construir. Solo se han pronunciado palabras vanas y hueras prometiendo en palabrería  fantástica, sin saber que se puede o no realizar. Porque esto importa poco a esos palabreros, que sólo quieren hostigar a las masas con palabras vanas e insensatas para que, como un rebaño de ovejas, vayan a las urnas o, como un rebaño de búfalos, vayan a la revolución. Y a eso se le llama democracia."

Con esto llegamos al 13 de julio, es decir, aun no trascurridos los tres meses desde el 14 de abril. Pues bien: en esa fecha leyeron los lectores de "Crisol" otro artículo mío titulado "Hay que cambiar de signo a la República". Y en 9 de septiembre este otro: "Un aldabonazo". Y en 6 de diciembre pudo oírse en el "cine" de la Opera mi discurso sobre "Rectificación de la República". Y el 13 del mismo mes, en las primeras consultas del Presidente recién elegido, fue el que ahora da su grito el único que pidió la formación de un Gobierno sin colaboración socialista, que preveía funesta para la República y para el socialismo. No mucho después, en el periódico antedicho, se imprimieron unos párrafos bajo el lema: "Estos republicanos no son la República", etc, etc, etc...

Estos recuerdos precisarán un poco en la mente del lector la fisonomía del que ahora grita "¡Viva la República!", y le harán .pensar que, si lo grita, es a sabiendas y a pesar de lo que ha sido durante esta primera etapa la política republicana. Corregirán de paso un error que he oído más de una vez, según el cual yo consideraría haberme equivocado al recomendar en cierta hora a los españoles que se constituyesen en República, que había perdido la Ilusión, que juzgaba sin remedio la política republicana y demás suposiciones igualmente superficiales. Los datos ahora rememorados, con la impertinencia de sus fechas exactas, demuestran que no me fue necesario esperar a que los gobernantes republicanos de la primera hora comenzasen a desbarrar para saber que lo iban a hacer: que, de tal modo esperaba y presumía por anticipado su descarrío, que me adelanté a insinuar mi discrepancia, como me adelanté a echar en cara a las provincias que iban, por inconsciencia, a elegir diputados indeseables, como me situé, desde luego, y por innúmeras razones, en posición de no actuar durante el primer capítulo de la historia republicana, según hice constar desde mi primer discurso en la Cámara, que fue, entre paréntesis, el primer discurso de oposición a la política del Gobierno. 

Pero no me interesa de todo esto lo que signifique como demostración vanidosa de capacidad previsora. Lo que me interesa es refutar con esos hechos y con esos datos incontrovertibles el error en que están los que suponen que yo recomendé la instauración de la República porque creyese que, desde luego, iban a ir preciosamente las cosas. No sólo no lo creía, sino que —y éste es el motivo de las anteriores recordaciones— no acepto en persona que presuma de alguna seriedad que pretenda juzgar la posibilidades históricas de un régimen por lo acontecido en los dos años y medio después de su natividad. Y es sencillamente grotesco que intenten hacer tal cosa los monárquicos defensores de un régimen extranjero, que no durante dos años y medio, sino durante dos siglos y medio ha maltraído a España en desmedro, decadencia y envilecimiento lamentables y constantes, haciéndola llegar a esta República en un estado tal de desmoralización y de falta de aptitudes por parte de masas y minorías, que él ha sido, en definitiva, la causa de estos dos años y medio pesadillescos.

Porque si han sido tales para el labrador andaluz y para el cura de aldea , no crean estos señores que el que grita ahora "¡Viva la República!" los ha pasado en un lecho de rosas. Durante ellos se me ha insultado y vejado constantemente desde las filas republicanas, y, claro está, también desde las otras. Algunos sinvergüenzas, algunos insolentes y algunos sotaintelectuales que son lo uno y lo otro, y que hasta ahora, por lo que fuera, no se habían resuelto a atacarme, han aprovechado la  atmósfera envenenada de esos años para morderme los zancajos. Pero hay más: los hombres republicanos han conseguido que por vez primera después de un cuarto de siglo, no tuviera yo periódico afín en que escribir. Y esto no significaba sólo que me hubiesen quitado la vihuela para mi canción, sino que me planteaba por añadidura los problemas más tangibles, materiales y urgentes. ¿Me entiende el labrador andaluz ha quien han deshecho su hacienda y el cura de aldea ha quien han retirado su congrua?.

Pues con esto termina mi argumento "hominis ad homlnem". Este hombre es el que grita ahora: "¡Viva la República!".


POR QUE LO GRITA

¿Lo hará por misticismo republicano? Tampoco. En materia de política no admito misticismo, ni siquiera admito que se sea republicano, como suele decirse, "por principios". Siempre he sostenido qué en política no hay eso que se llama principios. Los principios son cosas para la Geometría. En política hay sólo circunstancias históricas, y éstas definen lo que hay que hacer. Yo sostuve hace tres años, y sostengo hoy con mayor brío, que la única posibilidad de que España se salve históricamente, se rehaga y triunfe es la República, porque sólo mediante ella pueden los españoles llegar a nacionalizarse, es decir, a sentirse una Nación. Y esto es cosa infinitamente más importante que las estupideces o desmanes cometidos por unos gobernantes durante la anécdota de un par de años. Ya a estas horas, en estas elecciones, aunque los electores, todavía torpes, envían al Parlamento gentes en buena parte tan indeseables como las anteriores, han sentido que actuaban sobre el cuerpo nacional, han despertado a la conciencia de que se trataba de su propio .destino.

Todavía no han votado por y para la nación, sino movidos reactivamente por intereses particulares, de orden material o de orden espiritual, la propiedad o la religión —para el caso da lo mismo, porque ambos intereses, aunque sean respetables, son particulares, no son la Nación—. Mas por ahí se empieza: es el aprendizaje de la política que termina descubriendo la Nación como el más auténtico, más concreto y más decisivo interés político, porque es el interés de todos.

Muchas veces, una de ellas en plena Dictadura, he afirmado que la República es el único régimen que automáticamente se corrige a si mismo, y en consecuencia, no tolera su propia falsificación. La República, o expresa una realidad nacional, o no puede vivir. La República es, quiérase o no, sinceridad histórica, y esa es la suprema fuerza a que puede llegar un pueblo. Cuando éste ha conquistado su propia sinceridad, cuando cobra esa radical conciencia de sí mismo, nada ni nadie se le puede poner enfrente. Las Monarquías, en cambio, fácilmente se convierten en máscaras que un pueblo se pone a si mismo, y no le dejan verse y sentirse y ser y a lo mejor bajó el antifaz remilgado de una Corte se van muriendo y pudriendo por dentro.

Esténse, pues, quedos los monárquicos. Tenemos profundo derecho —¡qué diablo, derecho!—, tenemos inexcusable obligación los españoles de hacer a fondo la experiencia, republicana. Y esta experiencia es larga como todo lo que posee dimensiones históricas. Tienen que pasar muchas cosas. Lo primero que tenía que pasar era que vomitasen las llamadas "izquierdas" todas las necedades que tenían en el vientre. Que esto haya acontecido es ya un avance y una ganancia, no es pura pérdida. Ahora pasará que van a practicar la misma operación con las suyas las llamadas "derechas".

Luego, España, si desde ahora la preparamos, tomará la vía ascendente; Como tenemos pues, la obligación de hacer esa gran experiencia, sépanlo, estamos resueltos a defender la República. Yo también. Sin desplantes ni aspavientos que detesto. Pero conste: yo también. Yo, que apenas cruzo la palabra con esos hombres que han gobernado estos años. algunos de los cuales me parecen no ya jabalíes, sino rinocerontes.

Pero ¿qué queríais, españoles? ¿Que hubiesen estado ahí esperando, armados de punta en blanco, hombres maravillosos para gobernaros? Pero ¿qué habíais hecho antes para tener esos hombres? ¿Creéis que esas cosas se regalan, que lograrlas no supone dolores, esfuerzos, angustias a los pueblos? Si queréis regalos, si queréis manteneros en vuestra concepción de la vida estrecha, interesada, sin altitud y sin arrestos, sin anchura de horizonte delante, sin afán de fuertes empresas, sin claridad de cabeza, tenéis que contentaros por los siglos de los siglos con elegir entre D. Marcelino Domingo y el señor Goicoechea.


LOS REPUBLICANOS QUE NO ERAN LA REPÚBLICA


Los hombres que han gobernado estos dos años y que querían para ellos solos la República, no eran en verdad republicanos, no tenían fe en la República. Como no me refiero a nadie en particular, no tengo por qué hacer las excepciones que la justicia "nominatim" reclamaría. Eran incapaces de comprender que las trasformaciones verdaderamente profundas y sustantivas de la vida española, las que pueden hacer de este pueblo caído un gran pueblo ejemplar, son las que el régimen republicano, como tal y sin más, produciría a la larga y automáticamente. Por eso necesitaban con perentoriedad otras cosas, además de la República, cosas livianas, espectaculares, superficiales y de una política ridículamente arcaica, como la expulsión de los jesuitas, la descrucifixión de las escuelas y demás cosas que por muchas razones y en muchos sentidos -conste, en muchos sentidos- han quedado ya bajo el nivel de lo propiamente político. Es decir, que no son siquiera cuestión.

Otras, que son más auténticas, y que, quiérase o no, habrá que hacer, como la reforma agraria, tenían que haber sido acometidas bajo un signo inverso, sin desplantes revolucionarios, bajo el signo riguroso de la más alta seriedad y competencia. Se ha visto que esos hombres, al encontrarse con el país en sus manos, no tenían la menor idea sobre lo que había que hacer con ese país. No habían pensado ni siquiera en la Constitución que iban a hacer, la cual, al fin y al cabo, es lo más fácil, por ser lo más abstracto de la política.


LA OPINIÓN PUBLICA Y SUS REPRESENTANTES DE AHORA


Ahora bien: exactamente lo mismo acontece a las fuerzas ahora triunfantes, como tendremos ocasión de ver en los meses próximos. ¿Es que en serio pueden presentarse ante los españoles, como gentes que saben lo que hay que hacer con España, los grupos supervivientes de la Dictadura que la han tenido siete años en sus manos sin dejar rastro de fecundidad y menos después de muerto el único de esos hombres que poseía alma cálida y buen sentido, que era el propio general Primo de Rivera?. Y con más vehemente evidencia hay que decir lo propio de los monárquicos.

Como todo esto es un poco absurdo, me es forzoso desde ahora repetir lo mismo que desde la iniciación de la República decía yo a sus gobernantes: que erraban si creían que los electores los habían votado a ellos. Tampoco ahora han votado a los candidatos triunfantes. Han votado sus propios dolores, sus irritaciones sus afanes, sus imprecisos deseos, pero no a los monárquicos, ni a los dictatoriales ni a la C.E.D.A, ni a la nebulosa de los agrarios. Los diputados de "derecha" representan hoy, sin duda, una gran porción de la opinión pública, como representaron todavía mayor volumen de ella los que comenzaron a gobernar en julio de 1931. Pero la opinión pública, como las palabras de la sibila, es siempre enigmática, y hay que saber interpretarla.


CONTRA TODAS LAS DEMAGOGIAS


Mi grito: "¡Viva la República!" no va, pues, dirigido a ninguna galería. Al contrario: yo lo lanzo hoy contra todas las galerías, contra todas las masas, contra todas las demagogias. Porque la propaganda de "derechas" ha sido tan demagógica, tan vergonzosa y tan envilecedora de las masas como aquella contra la cual protestaba yo en mi discurso de León. No basta tener razón, como la han tenido, en encresparse contra las violencias y la frivolidad de un Gobierno insensato. Es preciso, además, tener razón ante España, ante el decoro nacional, que reclama de todos nosotros desesperados esfuerzos para levantar el nivel moral de nuestra vida pública. Al frenesí del obrerismo va a suceder la exacerbación del señoritismo, la plaga más vieja y exclusiva de España.

Pero, repito, nada de esto que ha pasado y pasa es tiempo perdido e inútil desastre. Todo eso será necesario para que un número suficiente de españoles llegue al convencimiento de que es preciso empezar desde el principio, y, reuniéndose en grupo apretado como un puño, Iniciar una política absolutamente, limpia y sin anacronismos. La política del halago a las masas, a cualquier masa, está terminando en el mundo. El fascismo y el nacionalsocialismo son su última manifestación, y a la par, el tránsito a otro estilo de organización popular.

Hay que ir más allá de ellos y evitar a todo trance su imitación. Un pueblo que imita, que es incapaz de inventar su destino, es un pueblo vil. El mimetismo de rancias políticas francesas ha sido la "gran viltá" de las "izquierdas". Un pueblo que imita está condenado a perpetuo anacronismo. Tiene que esperar a que  los otros ensayen sus inventos, y cuando él quiere copiarlos ya ha pasado la hora de ellos.


LA AFIRMACIÓN DE LA MORAL Y DE LA NACIÓN


Cada pueblo renace hoy de afirmar lo que más falta le hacía; por eso tiene que descender, en profundo buceo de sinceridad, al sótano de sus angustias, de sus lacras y de sus defectos, y luego emerger de nuevo en un ansia gigantesca de corrección y perfeccionamiento. En España no ofrece duda qué es lo que más falta: moral. Es un pueblo desmoralizado en los dos sentidos de la palabra —el ético y el vital—. Sólo puede renacer de una política que comience por ser una moral, una moral exasperada, exigentísima, que reclame al hombre entero y lo sature, que arroje de él cuanto en él hay de encanallamiento, de vileza, de chabacanería, de chiste e incapacidad para las nobles empresas.

Porque es bien claro —basta mirar sobre las fronteras— que tampoco puede hoy la política fundarse en los intereses. Tendrá que contar con ellos, pero no fundarse en ellos. Esa política que hostiga y sirve a los intereses de grupos, de clases, de comarcas es precisamente lo que ha fracasado en el mundo. Uno tras otro, los intereses parciales —el capitalista, el obrerista, el militarista, el federalista — al apoderarse del Estado han abusado de él, y abuso con abuso han acabado por neutralizarse, dejando el campo franco a la afirmación de los valores morales en torno a la idea de Nación. ¿Serán los jóvenes españoles, no sólo los dedicados a profesiones liberales, sino los jóvenes empleados, los jóvenes obreros despiertos, capaces de sentir las enormes posibilidades que llevaría en si condensadas el hecho de que en medio de una Europa claudicante fuese el pueblo español el primero en afirmar radicalmente el Imperio de la moral en la política frente a todo utilitarismo y frente a todo maquiavelismo?

¿No seria ésa la empresa que para el pueblo español —el gran decaído y gran desmoralizado— estaba a la postré guardada? ¿De qué otra cosa podría renacer una raza pobre y de larga, larga experiencia, un pueblo viejo, y que cuando ha sido de verdad lo que ha sido, ha sido, sobre todo, digno? Hablando en serio, y en última lealtad, ¿qué otra cosa puede hacer el español si quiere de verdad hacer algo sino ser de verdad "honrado e hidalgo"?

Eso por lo pronto. Luego podría ser todo lo demás.



Diario El Sol

Madrid 3 diciembre 1933

4 de enero de 2017

TOMÁS CENTENO SIERRA IN MEMORIAM






Imagen: FSA PSOE
Corren malos tiempos para el PSOE y la UGT, parece evidente el deterioro que viene sufriendo la imagen de sus miembros más destacados, no siempre fue así.  Hoy me gustaría honrar la memoria de Tomás Centeno Sierra, miliciano en la guerra, presidente de la UGT en la clandestinidad y miembro de la Ejecutiva del PSOE.

Tomás Centeno Sierra nació en Valderas (León) en 1907. Actuó como  mayor de milicias durante la guerra civil española. Desde su comienzo se puso al frente del batallón de milicias "Pueblo Nuevo, Ventas" de la capital de España, el cual formaba parte de la Columna Mangada. 

Participó al mando de la 92ª Brigada Mixta en un ataque sobre Nules (Castellón) el 7 de noviembre de 1938, en donde su actuación fue especialmente destacada. Entre el 7 y el 21 de diciembre de 1938 pasó a mandar de forma provisional la 70ª División, volviendo de nuevo a comandar la 92ª Brigada, con la que participó en la batalla de Valsequillo. (Carlos Engel, Historia de las Brigadas Mixtas del Ejército Popular de la República. Editorial Almena 1999) .

Tras la guerra Tomás Centeno fue presidente del entonces clandestino sindicato Unión General de Trabajadores, y formaba parte de la ejecutiva del Partido Socialista Obrero Español cuando fue detenido por la Brigada Político Social franquista en 1953, nada más conseguido por Franco el espaldarazo diplomático de Estados Unidos y El Vaticano.

Murió víctima de las torturas a las que fue sometido en los sótanos de la Dirección General de Seguridad, sita en la madrileña Puerta del Sol. Sobre su muerte, desde el Régimen, se afirmó que "Centeno puso fin a su vida en el propio calabozo con el borde de uno de los flejes del somier de acero" (Diario Arriba 28/02/1953). El Boletín 102 de la UGT, clandestina en su momento, informaba de que "el cuerpo había sido encontrado en el exterior de la celda que ocupaba". (Juan Barba Lagomazzini. Hombres de armas de la República. Mº de Defensa. 2015) .

Que bueno sería que tanto en el PSOE como en la UGT, recordaran lo que hicieron sus anteriores dirigentes y afiliados en defensa de la República. Ahora que parece que en el PSOE andan en busca de un "nuevo proyecto socialista", bien podrían repasar su particular historia, sobre todos aquellos que se autodenominan "vieja guardia", Corcuera, Leguina y cia., que defienden el apoyo al PP , bien podrían, entre otras cosas, pensar si aquellos defensores de la libertad habrían pactado una coalición encubierta con el Partido Popular, de innegable ascendencia franquista, en lugar de unirse a las actuales fuerzas de la izquierda.


Benito Sacaluga.