22 de junio de 2016

ESPAÑA: UNA, GRANDE Y CORRUPTA


Pues sí, ese parece que es el propósito del Partido Popular, su proyecto para España. Quieren una España unida, aunque sea a la fuerza, una España grande a ojos de la UE, y una España donde la corrupción campe a sus anchas, y no me refiero exclusivamente a esa corrupción que llena los bolsillos de tantos y tantos politicos, de tantos y tantos empresarios y de tantas y tantas mafias. 

Que el ministro del Interior maniobre contra el estado de derecho, utilizando las instituciones para acosar a sus opositores politicos, es de una gravedad de tal magnitud en materia de corrupción política, que a estas horas tanto el ministro de Interior como Rajoy ya deberían haber presentado su dimisión.

Escribir hoy aquí sobre el asunto, con pelos y señales o de pasada no es necesario. Los digitales y las redes están plagadas de información, detallada, documentada y fiable. La cosa no admite dudas. No solo es lo que parece, sino que a buen seguro solo se trata de la punta de un iceberg. 

Inevitablemente, la actuación del ministro del Interior viene a recordarme lo que, durante la interminable posguerra, fue la norma de actuación de nuestra policía. Había que exterminar cualquier atisbo de oposición al régimen, y la Brigada Político Social (BPS) ocupó el lugar de la policía secreta. 

Una Brigada que fue instruida y organizada por el nazi  Paul Winzer, enviado a España por  Heinrich Himmler, Jefe de las SS nazis, con esa única misión. La destreza de Winzer y la colocación del falangista José Finat y Escrivá de Romaní al frente de la Dirección General de Seguridad, convirtieron en poco tiempo a la BPS en un excelente mecanismo represor. Nada escapaba a su control. Sus métodos se ajustaban fielmente al modus operandi de las SS de Hitler.

La BPS estaba subdividida en Secciones. Entre ellas la cuarta se denominaba Antimarxismo, su misión única era la represión política, tanto de todo lo que oliera a comunismo, socialismo, etc...como en lo relativo a la masonería. Blas Pérez Gonzalez, ministro de Gobernación, el equivalente al actual Ministerio de Interior, estuvo quince años dirigiendo a la policía, quince duros años de represión, en los que el solo hecho de ser sorprendido leyendo un libro crítico con el régimen suponía la detención inmediata, el internamiento en los calabozos de la DGS, interrogatorios, torturas y cárcel en el 99,99 % de los casos. Una DGS que fue dirigida por Carlos Arias Navarro, el "Carnicero de Málaga", más tarde presidente del último gobierno de Franco.

Si los muros del edificio que ocupaba la DGS en la madrileña Puerta del Sol, hoy sede de la presidencia de la Comunidad de Madrid, hablasen, convertirían en asuntos menores las torturas llevadas a cabo por la Gestapo. Hombres, mujeres y adolescentes casi niños, inocentes de cualquier delito, acusados de comunistas, anarquistas, masones o contrarios al régimen, eran ingresados días y días en los sótanos del edificio, en calabozos de escasamente dos metros cuadrados. Muchos nunca salían en libertad, de allí eran conducidos a las cárceles franquistas, otros salían en el interior de anónimos ataúdes, asesinados a base de torturas o directamente con un  tiro de pistola en la cabeza.

Han pasado muchos años. Nuestra policía goza del bien ganado respeto de todos los ciudadanos. pero parece ser que la Brigada Político Social no ha desaparecido del todo. Hoy las tácticas son otras, pero la persecución, por parte del Gobierno, de aquellos que pueden poner en riesgo su corrupto poder, sigue existiendo.


Benito Sacaluga.

1 comentario:

  1. la verdad es que los tiempos no han cambiado mucho en este pais ni cambiaran

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