19 de diciembre de 2013

CORTARSE LAS VENAS




Un  vecino de Palma de Mallorca se acaba de cortar las venas. Permanece ingresado en la UCI de un hospital y su estado es muy grave. El hombre iba en serio. No se si vive solo o con su familia. Tiene 52 años. Lo hizo momentos antes de que la comisión judicial se presentase en su domicilio con el mandamiento de desahucio de su vivienda por no poder pagar la hipoteca. 

Yo espero y deseo que se recupere, aunque a él seguramente lo que le ilusione es palmarla de una vez y dejar de sufrir. Si tiene familia a la que atender la impotencia para hacerlo le habrá llevado a la desesperación, si no la tiene le faltan motivos y apoyo para seguir viviendo. Dejémonos de frases hechas y de consejos filosóficos baratos, hay que estar en su lugar para poder valorar minimamente su decisión. Solo los que están en la misma situación que él serán los que le comprenderán, más aún puede que les entren muchas ganas de imitarle. 

Puede que la tremenda decisión de acabar con su vida la tomase después de ver en la televisión alguna noticia sobre como aquellos que han estafado millones eluden la prisión o como los banqueros airean sus magníficos resultados económicos. Puede que la noticia fuese un reportaje de la esplendida comida de Navidad con la que los dirigentes del partido en el Gobierno se acaban de obsequiar a costa de todos nosotros y de él, o puede que haga ya tiempo que ni escucha, ni ve, ni lee las noticias, ¿para que?. Puede que lleve meses gritándose en silencio que la muerte es su mejor opción. 

Falta de empleo, de ayudas, de protección, de apoyo moral, de esperanza, en definitiva falta de Estado de Derecho adecuado a las clases humildes. Seguramente toda una vida trabajando para que a sus 52 años se vea sumido en una pobreza siempre injusta y en este caso además cruel. El mismo banco que le ha estado sacando el jugo durante años cobrándole intereses por su hipoteca y comisiones por su cuenta corriente ha acabado con él. Si echásemos cuentas probablemente en concepto de intereses ya le habrá pagado al banco todo lo que le prestó, pero eso no importa, un contrato es un contrato y las leyes españolas están de acuerdo. En lo que va de año son ya 14 los suicidios habidos en España y ninguno de ellos en el ámbito de las clases acomodadas.

Ahora su vivienda, el lugar a donde llegó para comenzar ilusionado una nueva etapa de su vida, será ofrecida en venta por el banco y además de los intereses y la parte de amortización de capital ya pagados por el suicida, obtendrá una adecuada cantidad adicional que pasará a engrosar su cuenta de resultados. El vecino de Palma, en el caso de que se recupere y después de varios meses de ser mantenido a costa de antidepresivos, quedará para siempre fuera de juego. Fuera del Estado, de este Estado. Quizás intente nuevamente quitarse la vida, es más que probable.

Desde 2008 se han llevado a cabo en España más de 480.000 desahucios, aproximadamente la mitad de la población de toda la isla de Mallorca, cifra igual a la población de Cáceres y cinco veces la población de Soria. En términos globales el 1% de la población total española en 2012. ¿ Se puede llamar Estado de Derecho a un sistema que permite que el 1% de la población sea desalojado de sus viviendas a causa de una crisis económica provocada precisamente por los que desalojan y con la colaboración del propio Estado en la figura del Banco de España?

Si alguien del Gobierno comenta algo sobre este asunto será para decir, con cara de circunstancias, que es un tema lamentable, incluso nos llegará a decir (el muy cabrón) que el índice de suicidios en España es aún bajo en comparación con el de otros países europeos, de ninguna de las maneras reconocerá que lo sucedido se debe a la pésima gestión, al despilfarro y a la corrupción de los pasados y actuales responsables de gobernar el país, sus comunidades autónomas, sus diputaciones y sus municipios. Si alguna plataforma antidesahucio se manifiesta protestando ante la vivienda del político de turno la policía intervendrá de forma inmediata y contundente.

Este es el "Estado" que tenemos. Un Estado burgués  que para cumplir con unas obligaciones que él, sin consultar a nadie, ha pactado con Bruselas o con Berlín, esquilma a la población y que además permite que los bancos dejen en la miseria a los más perjudicados, mientras que condona préstamos millonarios a los partidos políticos y renueva sine die operaciones de crédito de miles de millones de euros a grandes empresas y al propio Estado. Un Estado que no acata los dictámenes de los tribunales europeos, que consideran que la legislación hipotecaria española es “ilegal” y “profundamente injusta” con el consumidor. Un Estado a cuyo Gobierno el vecino de Palma  le importa un bledo, al fin y al cabo solo es uno, ellos ya tienen diez millones de votos y la banca es la banca.

Un Estado, el español, que cada día da más la razón a su definición marxista:
Cualquier Estado tiene un carácter de clase, y no es más que el aparato armado y administrativo que ejerce los intereses de la clase social dominante.
Dentro de un par de días nadie se acordará del suicida de Palma, al fin y al cabo son cosas que pasan, daños colaterales de esta "gran cruzada" del Partido Popular para que España, que no los españoles, salga de una crisis mediante la transformación de la misma en una situación crónica e irreversible.


Benito Sacaluga


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