La frase que da título a este artículo es de Felipe Gonzalez Marquez, nos quiere decir que el PSOE defiende unos principios determinados pero que la coyuntura le puede llevar a defender otros diferentes, incluso contrarios. Una postura que le coloca neutral en cuanto a la forma de estado. En España la relación entre republicanos y socialistas siempre fue ambigua. Los republicanos y socialistas de principios del siglo XX eran a la vez aliados y rivales, hoy se miran desde la oscuridad del accidentalismo socialista y claro, no se ven. Ese accidentalismo llevó al partido desde el socialismo a la socialdemocracia y de esta al social liberalismo actual. Ese accidentalismo acabó con su leve vocación republicana, vocación que retomará si la coyuntura lo aconseja, pero nunca será el PSOE quien favorezca que dicha coyuntura se pueda dar. El actual secretario general piensa lo mismo.
Lejos queda ya el año 1975 cuando Gonzalez declaraba: "En principio, soy republicano y en todo caso debería ser el pueblo quien decidiese. De todas formas y ante el hecho consumado creo que el primer acto politico del rey debería ser la apertura de un proceso constituyente, con las libertades políticas y sindicales, así como la inmediata puesta en libertad de los presos". En 1976 pactaba con Suarez y admitía la monarquía del Movimiento. Pronto tuvo que esconder su republicanismo, callar y ocultar a sus militantes y a sus posibles votantes que la democracia que venía sería una democracia coronada. Santiago Carrilo no tuvo más remedio que acatar la monarquía, el pago era la legalización del Partido Comunista. Gonzalez no tenía ese problema y González debería recordar que gracias a la Conjunción Republicano-Socialista de 1909, Pablo Iglesias fue el primer socialista en ocupar un escaño en representación del PSOE en las elecciones de 1910.
A estas alturas muchos militantes del PSOE estarán enfadados por lo anteriormente escrito y negarán la mayor. Hacen bien en enfadarse y ojalá su descontento se tradujera en mensajes a la dirección del partido. Cierto es que durante los gobiernos de José Luis Rodriguez Zapatero y su "nuevo socialismo" la corriente republicana se intensificó en los ámbitos académico y editorial, pero de ahí no pasó. Deberían pensar asimismo lo fácil que sería el desarrollo de políticas socialistas si la República fuera la forma de estado en España. Un sistema, el republicano, garante de los valores de la sociedad actual y del papel y la organización que deben tener y desempeñar las instituciones como garantes de la libertad de los ciudadanos. Como teoría política, el republicanismo se propone como el modelo de gobierno óptimo para un Estado, y en sentido estricto, ese modelo se define en oposición a las otras formas clásicas (aristotélicas) de gobierno: la monarquía y la aristocracia, así como a sus respectivas corrupciones: el despotismo y la oligarquía; como es sabido, la corrupción de la república es la demagogia. Por extensión, se refiere a un sistema político que protege la libertad y especialmente se fundamenta en el derecho, en la ley como expresión de la voluntad soberana del pueblo y a la que no puede sustraerse nunca un gobierno legítimo. La posición republicana moderna, por su parte, se interesará por el “bien común” y propondrá una ciudadanía activa y participativa en la vida pública. Esta organización de la sociedad actualmente solo está defendida por Podemos, sin necesidad de que la palabra república sea pronunciada.
La defensa que el PSOE efectúa del bipartidismo en el seno de una monarquía parlamentaria, entre otras cuestiones la justifica por la necesidad de la existencia de contrapesos contundentes que garanticen el estado derecho y esta justificación no es más que una trampa argumental ya que solo la separación efectiva de los poderes legislativo, ejecutivo y judicial es el verdadero contrapeso y la base en donde debe sustentarse un estado de derecho efectivo y real.
Algunas luces han iluminado la posibilidad de que el PSOE retomará la senda del republicanismo, ,luces que se apagaban nada más encenderse. En su conferencia política de 2013, en esa en la que Rubalcaba dijo: "El PSOE ha vuelto".Unas pocas horas antes, el diputado Nacho López Amor salía a la palestra para dar cuenta de los debates sobre la Monarquía. Había sido un duro debate en la comisión. La resolución aprobada con 24 votos en contra y 15 abstenciones decía que el socialismo español reivindica su «tradición cultural y política republicana» (luz), pero instantes después la misma persona decía: «no veo motivos para abandonar el consenso alcanzado en la Transición con respecto al respaldo a la Monarquía» (oscuridad).
En este año 2014 y a cuenta de las primarias para elegir secretario general, los aspirantes se atrevían a nombra a la república. Así, Eduardo Madina decia: «Formo parte de un partido republicano, yo soy republicano», pero nada de esto dijo en la anterior conferencia política aún siendo miembro de la ejecutiva federal. Tapias y Sánchez se refirieron a la república veladamente y nada se escuchó en su defensa, no así con respecto a la monarquía en el sentido de que estaban dispuestos a participar en su mantenimiento.
La denominada Tercera Vía, ese híbrido espantoso entre socialdemocracia y liberalismo, impide aun más que el PSOE se posicione firmemente al lado del republicanismo. El pensamiento republicano es contrario al neoliberalismo y por extensión a esa tercera vía social liberal y la sola pronunciación de la palabra neo-republicanismo impulsada por Zapatero daña los oídos y las emociones, ya que en definitiva no es más que la confesión de la diferencia entre lo que se pretende ser y lo que realmente se es. Esta postura, ser una cosa y pretender ser la contraria a los ojos del electorado, es claramente un fraude y como tal debería ser castigado en las urnas. El liberalismo, aunque sea edulcorado y calificado como opción social liberal, repito, es incompatible con el ideario básico republicano y un PSOE accidentalista solo representa a un socialismo no solo alejado del marxismo sino también de las clases obreras, unas clases obreras que encuentran su autentico escudo protector en el republicanismo, un escudo que el PSOE no está dispuesto a sostener. Una protección que garantizaba en la II Republica la conquista de las aspiraciones de los movimientos obreros relativas a la mejora del salario, la libertad de asociación, horario laboral estable, limitación del despido libre, creación de comisiones de patronos y obreros para la negociación… y que a pesar de que se proyectaron leyes en ese sentido durante el bienio progresista la llegada de la CEDA al gobierno impidió que se hicieran realidad al mismo tiempo que se eliminaban otros derechos conseguidos, tal y como viene sucediendo hoy desde la llega de Rajoy y su extrema derecha al gobierno.
A mi modo de ver, no es la reconstrucción del socialismo sino de la república lo que debe ocupar el horizonte teórico, ético y político del PSOE. Al menos debería explicarnos claramente su postura. IU en boca de Alberto Garzón al menos admite la existencia de un hilo conductor entre el verdadero socialismo y la tradición republicana y nos dice que "...la tradición política republicana va mucho más allá. Concibe la política como una forma de participación ciudadana sin limitar la democracia al voto cada cuatro años para que el resto del tiempo los ciudadanos sean un sujeto pasivo. En vez de entender la política de forma delectiva, en la que el ciudadano delega sus decisiones en representantes que son los que ostentan de forma efectiva la soberanía, defiende un planteamiento de mayor participación democrática donde el ciudadano sea un sujeto político activo durante todo el mandato". Este planteamiento echa por la borda el mantra de que da igual república o monarquía ya que lo importante es que haya una democracia.
Por supuesto se puede ser socialista y no ser republicano, sobre todo desde la social democracia del PSOE, lo que de ninguna forma se puede ser es republicano y monárquico al mismo tiempo, una forma de ser que, aunque imposible de entender, el PSOE trata de introducir en un escabroso y engañoso ideario destinado a la captación de los votos monárquicos y lo que es más importante de los votos católicos. Recordar aquí la excelente accidentalidad de la Iglesia Católica a lo largo de los tiempos y desde su creación.
La solución a esta posición accidentalista del PSOE está en manos de sus bases, de su militancia, pero parece ser que solo las Juventudes Socialistas están por la labor. Sinceramente les deseo suerte.
Benito Sacaluga.
A estas alturas muchos militantes del PSOE estarán enfadados por lo anteriormente escrito y negarán la mayor. Hacen bien en enfadarse y ojalá su descontento se tradujera en mensajes a la dirección del partido. Cierto es que durante los gobiernos de José Luis Rodriguez Zapatero y su "nuevo socialismo" la corriente republicana se intensificó en los ámbitos académico y editorial, pero de ahí no pasó. Deberían pensar asimismo lo fácil que sería el desarrollo de políticas socialistas si la República fuera la forma de estado en España. Un sistema, el republicano, garante de los valores de la sociedad actual y del papel y la organización que deben tener y desempeñar las instituciones como garantes de la libertad de los ciudadanos. Como teoría política, el republicanismo se propone como el modelo de gobierno óptimo para un Estado, y en sentido estricto, ese modelo se define en oposición a las otras formas clásicas (aristotélicas) de gobierno: la monarquía y la aristocracia, así como a sus respectivas corrupciones: el despotismo y la oligarquía; como es sabido, la corrupción de la república es la demagogia. Por extensión, se refiere a un sistema político que protege la libertad y especialmente se fundamenta en el derecho, en la ley como expresión de la voluntad soberana del pueblo y a la que no puede sustraerse nunca un gobierno legítimo. La posición republicana moderna, por su parte, se interesará por el “bien común” y propondrá una ciudadanía activa y participativa en la vida pública. Esta organización de la sociedad actualmente solo está defendida por Podemos, sin necesidad de que la palabra república sea pronunciada.
La defensa que el PSOE efectúa del bipartidismo en el seno de una monarquía parlamentaria, entre otras cuestiones la justifica por la necesidad de la existencia de contrapesos contundentes que garanticen el estado derecho y esta justificación no es más que una trampa argumental ya que solo la separación efectiva de los poderes legislativo, ejecutivo y judicial es el verdadero contrapeso y la base en donde debe sustentarse un estado de derecho efectivo y real.
Algunas luces han iluminado la posibilidad de que el PSOE retomará la senda del republicanismo, ,luces que se apagaban nada más encenderse. En su conferencia política de 2013, en esa en la que Rubalcaba dijo: "El PSOE ha vuelto".Unas pocas horas antes, el diputado Nacho López Amor salía a la palestra para dar cuenta de los debates sobre la Monarquía. Había sido un duro debate en la comisión. La resolución aprobada con 24 votos en contra y 15 abstenciones decía que el socialismo español reivindica su «tradición cultural y política republicana» (luz), pero instantes después la misma persona decía: «no veo motivos para abandonar el consenso alcanzado en la Transición con respecto al respaldo a la Monarquía» (oscuridad).
En este año 2014 y a cuenta de las primarias para elegir secretario general, los aspirantes se atrevían a nombra a la república. Así, Eduardo Madina decia: «Formo parte de un partido republicano, yo soy republicano», pero nada de esto dijo en la anterior conferencia política aún siendo miembro de la ejecutiva federal. Tapias y Sánchez se refirieron a la república veladamente y nada se escuchó en su defensa, no así con respecto a la monarquía en el sentido de que estaban dispuestos a participar en su mantenimiento.
La denominada Tercera Vía, ese híbrido espantoso entre socialdemocracia y liberalismo, impide aun más que el PSOE se posicione firmemente al lado del republicanismo. El pensamiento republicano es contrario al neoliberalismo y por extensión a esa tercera vía social liberal y la sola pronunciación de la palabra neo-republicanismo impulsada por Zapatero daña los oídos y las emociones, ya que en definitiva no es más que la confesión de la diferencia entre lo que se pretende ser y lo que realmente se es. Esta postura, ser una cosa y pretender ser la contraria a los ojos del electorado, es claramente un fraude y como tal debería ser castigado en las urnas. El liberalismo, aunque sea edulcorado y calificado como opción social liberal, repito, es incompatible con el ideario básico republicano y un PSOE accidentalista solo representa a un socialismo no solo alejado del marxismo sino también de las clases obreras, unas clases obreras que encuentran su autentico escudo protector en el republicanismo, un escudo que el PSOE no está dispuesto a sostener. Una protección que garantizaba en la II Republica la conquista de las aspiraciones de los movimientos obreros relativas a la mejora del salario, la libertad de asociación, horario laboral estable, limitación del despido libre, creación de comisiones de patronos y obreros para la negociación… y que a pesar de que se proyectaron leyes en ese sentido durante el bienio progresista la llegada de la CEDA al gobierno impidió que se hicieran realidad al mismo tiempo que se eliminaban otros derechos conseguidos, tal y como viene sucediendo hoy desde la llega de Rajoy y su extrema derecha al gobierno.
A mi modo de ver, no es la reconstrucción del socialismo sino de la república lo que debe ocupar el horizonte teórico, ético y político del PSOE. Al menos debería explicarnos claramente su postura. IU en boca de Alberto Garzón al menos admite la existencia de un hilo conductor entre el verdadero socialismo y la tradición republicana y nos dice que "...la tradición política republicana va mucho más allá. Concibe la política como una forma de participación ciudadana sin limitar la democracia al voto cada cuatro años para que el resto del tiempo los ciudadanos sean un sujeto pasivo. En vez de entender la política de forma delectiva, en la que el ciudadano delega sus decisiones en representantes que son los que ostentan de forma efectiva la soberanía, defiende un planteamiento de mayor participación democrática donde el ciudadano sea un sujeto político activo durante todo el mandato". Este planteamiento echa por la borda el mantra de que da igual república o monarquía ya que lo importante es que haya una democracia.
Por supuesto se puede ser socialista y no ser republicano, sobre todo desde la social democracia del PSOE, lo que de ninguna forma se puede ser es republicano y monárquico al mismo tiempo, una forma de ser que, aunque imposible de entender, el PSOE trata de introducir en un escabroso y engañoso ideario destinado a la captación de los votos monárquicos y lo que es más importante de los votos católicos. Recordar aquí la excelente accidentalidad de la Iglesia Católica a lo largo de los tiempos y desde su creación.
La solución a esta posición accidentalista del PSOE está en manos de sus bases, de su militancia, pero parece ser que solo las Juventudes Socialistas están por la labor. Sinceramente les deseo suerte.
Benito Sacaluga.
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