Los ya incontables detractores de Podemos dicen que su éxito se debe a las televisiones, en parte es cierto, sus miembros más destacados han conseguido hacer campaña política sin gastarse un euro, es más les han pagado por hacerla y han triunfado. No es menos cierto que sus intervenciones televisivas lo han sido en las tertulias, debates o programas informativos en general. Han expuesto sus tesis desde la inferioridad, las han defendido y han atacado sin complejos ni remilgos aquello que consideraban conveniente. Han soportado insultos y descalificaciones de todo tipo y han sabido encajarlas desde la educación, denunciando ante los tribunales de justicia algunas aquellas que de forma reiterada y contumaz les tachaban de delincuentes, incluso de terroristas. Otra cosa también es cierta, ellos no han montado ningún show para vender exclusivamente su imagen personal, se muestran como son, sin maquillaje. Lo que han conseguido no ha sido gracias a su imagen personal, a su "glamour".
A la vista del éxito de Podemos y de sus estrategias para penetrar en la opinión pública española, asunto harto difícil, ya que no es la presencia ante las cámaras lo que importa, lo que importa es lo que se dice y como se dice, PP, PSOE e IU tratan de imitar a Podemos en los temas de comunicación e imagen, pero su equipaje y su discurso caduco les impide obtener unos resultados ni tan siquiera parecidos, no lo conseguirán, no son fiables, solo IU está a tiempo y con posibilidades de lograrlo.
Desde que la televisión digital existe en España los principales partidos han estado presentes en las mil y una tertulias políticas de la televisiones, tanto privadas como públicas (TVE y Autonómicas), y estas cotidianas apariciones no las han aprovechado para nada diferente a intentar la manipulación de la información y de la realidad, manipulación que con la irrupción de Podemos en los debates ha sido desmontada en gran medida. Podríamos asegurar que toda la plana mayor del bipartidismo ha participado en estas tertulias televisivas absolutamente vomitivas en las que varios representantes y voceros del gobierno de turno se ensañan con un solitario representante de la oposición. Un "y tu más" continuo y vacío de contenido. Programas como El Gato al Agua de Intereconomia, El Cascabel al Gato de la Conferencia Episcopal (13Tv), El Gran Debate de T5 ya eliminado hace tiempo de las pantallas o La Marimorena del irascible y sectario Carlos Cuesta (13Tv) y una buena tanda de programas similares, han dado cobijo a representantes del PP, del PSOE y de IU sin que su emisión, año tras año, consiguiese interesar a nadie más que los seguidores inquebrantables de los inquilinos de Genova y de Ferraz, con la excepción en lo que a tipo de audiencia se refiere de programas como Al Rojo Vivo y La Sexta Noche, ambos de la emisora La Sexta. Contertulios de la "categoría" de Marhuenda, Rojo, Martin Beaumont, Tertsch o el duo isabelino Durán-San Sebastián se encargaban y se encargan de dejar al periodismo español por los suelos. Una clá que para si la hubiera querido el mismísimo Mussolini. En los teatros ya no existe la clá pero ha renacido en las televisiones, una clá que además de aplaudir a golpes de indicaciones de la pizarra del realizador ahora puede hablar, eso si, sin fastidiar la representación, sin salirse del guión.
El PP crítica esta forma de hacer política olvidando que lleva haciéndolo sin pausa desde el inicio de los tiempos del NO-DO de su gran maestro, aunque últimamente sin demasiado éxito. El PSOE al igual que el PP critica la estrategia de Podemos, cuando también lleva años, muchos años, acudiendo a tertulias de todo tipo. Conscientes de que sus actuaciones, escándalos y programas políticos son cuestiones indefendibles, principalmente a causa del incumplimiento de los mismos y además, en el caso del PSOE, a su continua pérdida de identidad. Se devanan los sesos para encontrar la forma de recuperar el lugar y el tiempo perdidos y solo consiguen perder más tiempo y perder más credibilidad.
El PSOE mete a su secretario general en programas de "divertimento", programas cuyo fin es solo divertir, para que luzca su estereotipada imagen, en la absurda creencia de que hoy en día se vota con los órganos sexuales. Al mismo tiempo ve como alcaldable para Madrid a Antonio Miguel Carmona, un socialdemócrata pagado de si mismo sin más méritos como gestor que haber logrado estar presente en las tertulias televisivas desde hace casi diez años, por cierto con poco o ningún éxito si miramos los resultados de su partido en las Europeas y los datos de las encuestas actuales sobre intención de voto. Una cosa si es cierta, Carmona sale en la tele casi todos los días y en diferentes cadenas para soltarnos eso de que "el PSOE es un partido de gobierno" y reírse hipocritamente y con desprecio si se le interpela sobre Podemos o IU, al mismo tiempo que no expresa claramente su negativa a la firma junto al PP de un remedo del Pacto de Munich donde los Sudetes serían sustituidos por la continuidad del bipartidismo. Un pacto que se llevaría a cabo "si la situación lo requiere", mejor dicho si la situación del PSOE lo requiere, tal y como recomienda su siempre admirado Felipe Gonzalez desde cualquiera de sus mansiones o Zapatero desde su impoluto sillón del Consejo de Estado, o Bono desde su Hípica, sin pararse a pensar en las consecuencias de los pactos anti natura y olvidando que a Francia una firma con este tipo de socios le costó la invasión de sus territorios por las tropas nazis y que Inglaterra se salvó por los pelos.
Aún cuando me cuesta decirlo a causa de la admiración que desde hace tiempo siento por Tania Sánchez Melero (IU) y a la que considero perfectamente capaz, ya lo ha demostrado durante su etapa en el Ayuntamiento de Rivas-Vaciamadrid, Tania parece que va a presentarse como candidata por IU a la presidencia de la Comunidad de Madrid, principalmente por los resultados positivos en sus constantes y coherentes intervenciones en los debates televisivos. Sin salir de IU, Alberto Garzón es conocido y reconocido también a causa de la pequeña pantalla y parece ser que está llamado a formar parte del liderazgo comunista, siendo hoy la cabeza pro-republicana más visible con la obligada excepción de ERC. Gracias Garzón y no te rindas.
El PSOE se niega a un debate en directo con Podemos, Carmona entre risas maleducadas nos viene a decir que su partido no tiene por que rebajarse a debatir con unos "populistas", que no tienen estructura ni programa, como si el PSOE tuviera programa, cuando por no tener no tiene ni candidato a la presidencia, ni lo tendrá hasta que Gonzalez le diga a Sánchez la fecha de las primarias, o a lo peor que eso de las primarias ya no toca, que mejor vía Congreso, es decir a dedo, a pesar de que el actual secretario las prometió para finales de 2014 en un interesado exceso verbal durante su campaña por el puesto que ahora ocupa. Mentiras, verdades a medias, yo que sé, en cualquier caso un engaño.
En fin, España sigue siendo un país donde parece que mayoritariamente importa más el envoltorio que el contenido, y en política los candidatos deberían aparecer sin ningún tipo de envoltorio que distraiga al votante. Los políticos, algunos políticos, se han convertido en showmans de casino de las Vegas, para al igual que en ellos atraer a sus victimas y que su posterior desvalijamiento al menos sea más llevadero mientras admiran a la corista de turno, aunque su voz sea en play back. Menudo 2015 nos espera.
Si los políticos dedicaran su tiempo y recursos a buscar soluciones para los infinitos y graves problemas que padecemos los españoles, en lugar de dedicarlo a blindar a cualquier precio sus privilegios, otro gallo nos cantaría. Cosas de las monarquías y de las castas cortesanas que las mantienen, intrigas de Corte y Palacio con las que solo la República puede acabar.
Si los políticos dedicaran su tiempo y recursos a buscar soluciones para los infinitos y graves problemas que padecemos los españoles, en lugar de dedicarlo a blindar a cualquier precio sus privilegios, otro gallo nos cantaría. Cosas de las monarquías y de las castas cortesanas que las mantienen, intrigas de Corte y Palacio con las que solo la República puede acabar.
Benito Sacaluga.
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