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Mientras España luchaba contra el fascismo, Adolf Hitler comenzaba a materializar sus sueños imperialistas. Aquí, en 1938 y desde el seno de la Flota Republicana, (atacada en el Mediterráneo por unidades navales italiana y germanas, mientras las potencias europeas miraban para otro lado y permitían el incumplimiento del Pacto de No Intervención por parte de Hitler y Mussolini), el Comisario Político del destructor "Gravina", Nicolás Furió y Cabanes, advertía sobre las intenciones nazis para con España. Unas reflexiones que hoy en día, 82 años después de ser escritas, y teniendo en cuenta el aumento del fascismo en toda Europa y por supuesto en España, vale la pena leer y considerar.
Publicado en La Armada (Órgano oficial de los marinos de la República)
26 de febrero de 1938
Después de leer e1 discurso pronunciado en el Reichstag, por el canciller alemán, no creo haya nadie con una conciencia libre, que sea capaz de no hacer una extraña mueca de asco, por lo matonesco del discurso y por lo que tiende a inmiscuirse en los asuntos de otros estados.
Hitler, fue una esperanza del pueblo alemán, que veía en él al Volksredner que le hacía falta, pero para poder desarrollar el programa nazi, lleno de contradicciones básicas, pues tenía una de cal y otra de arena, quiere sacrificar a otras naciones, sin tener en cuenta que el racismo, del que hacen gala los teutones, puede fructificar en otros pueblos, que por ejemplo el austriaco, no se avienen a ser inmoladas en su independencia, para satisfacer los caprichos territoriales de su paisano «Der Süse Adolf».
Hitler ha conseguido el rearme alemán, a costa de desnutrir a su pueblo y a cambio de un aumento de dividendo en las fábricas Krupp, y como no quiere que sus armas enmohezcan, pues perderían la eficacia que él cree que tienen, no va a ser por mucho tiempo, acelera los acontecimientos con exigencias de todo género a las democracias.
Cuando se refiere a la situación europea, dice: “El nazismo salva la civilización occidental”. No tiene en cuenta que, precisamente la civilización vino de Oriente, pero aun cuando hemos formado otra civilización en Occidente, él desprecia a Rusia por creerla asiática, pero sin embargo, consolida su famoso eje Roma-Berlin, con la inclusión del Imperio del Sol Naciente, ya que se vé, considera al Japón como país europeo, es decir: Enciende una vela a Dios y otra al Diablo. Y es que en realidad, eso es lo que ha hecho toda su vida el histérico Hitler, pues desde que quiso derribar la República de Weimar en su famosísima reunión de la cervecería de Munich, donde proclamó el “Tercer Estado” («Das dritte Reích», hasta que formó su programa definitivo de partido, halagó de una parte al ejército y de otra al pueblo trabajador, fuerzas antagónicas en todos los países y tiempos.
Seguramente lo copió de su compinche Mussolini, el antiguo socialista, que mixtificando el programa social supo engañar al pueblo italiano con su concepto de lo “nacional”, pero que para obtener la protección del ejército, tuvo que rectificar la base social de su programa de gobierno ante el generalísimo duque de Aosta, que se lo exigía, por esto es corriente entre los fascistas puros, llamar a su doctrina «aostismo».
Siguiendo su campaña anticomunista (para justificar todos sus crímenes y posteriores acciones) ataca a Rusia diciendo: «Somos enemigos implacables de la U.R.S.S.» Seguramente se habrá quedado muy tranquilo después de haber descubierto ese nuevo Mediterráneo que supone el decir lo que todos los pueblos libres del mundo saben, desde que el antiguo pintor se entronizó con la ayuda de las S.A. y de todos los capitalistas germanos, que incrementaron lo del racismo para despojar a los judíos de sus prósperas industrias y flamantes comercios.
Pero es que en justa reciprocidad, tampoco la U.R.S.S. quiere nada con los nazis, pues conforme comenta «Pravda» las relaciones entre los dos países, son «una penosa necesidad para la U,R,S.S.», y la más justa réplica a las bravuconadas del fúhrer, ha sido el magnifico desfile de la Plaza Roja de Moscu, en el XX aniversario de la creación del Ejército más potente del mundo, para demostrar a los «amos» de Europa que existe una democracia oriental capaz de quitarles el sueño y dispuesta a combatir por el bien de la Humanidad y el engrandecimiento socialista.
El ejército de la U.R.S.S, no es el ejército de autómatas teutón, que no sabrían explicarse nunca sus soldados el por qué de una guerra en la actualidad, sino que el sacrificio de sus soldados llegaría al máximo, por ser «muchos cuerpos con una sola alma y un solo ideal».
Muchas sandeces ha gesticulado el hidrófobo tippeischikse (raterillo) de la Alexanderplatz, pero ninguna de tan grueso calibre como la de: «Queremos una España fascista». Como él nunca ha contado para nada con su pueblo, solamente que para encumbrarse y poder realizar su «sueño de una noche de verano» -ser el amo del mundo-, cree que tampoco tiene que tener en cuenta al pueblo español para dominar a una España que nunca pensó en ser parda, sino todo lo contrario, pues por ahora no necesita importar ningún ideal, lo tiene propio. Pero es que, además, no se pueden concebir esas palabras nada más que en un loco o un depravado, ya que ni siquiera tenemos, afortunadamente, ninguna frontera territorial con Alemania, solamente existe la barrera infranqueable que supone el que un pueblo no quiera ser esclavo y luche por su independencia nacional, tal y conforme lo hace y lo ha hecho siempre el pueblo español.
No creo que solamente confíe Herr Hitler en las promesas del gnomo de Franco, pues el general «de los bellos efebos» no tiene los suficientes «arrestos» para dominar el coraje del bravío pueblo ibero, sino que más bien confíe en Gobiernos democráticos «a lo Chamberlain», para poder ufanarse de victorias sobra las «potencias democráticas» con las cuales formar la segunda edición del Mein Kampf, de tan buen resultado editorial en... Alemania. ¿Hasta tal extremo ha llegado la insensibilidad del mundo? ¿Van a consentirse siempre las chulerías del «nuevo caballo de Atila?» Esperamos la respuesta, pero seguiremos luchando aunque no llegue con la prontitud que el pueblo español anhela.
Nicolás Furió y Cabanes
Comisario Político del destructor "Gravina"
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