Cristina de Borbón ya está imputada formalmente por la comisión de varios delitos. La fiscalia va a recurrir la imputación. La Agencia Tributaria dice que no hay delito fiscal en relación con la ex-infanta. Total que en vez de esperar al resultado de la celebración de un juicio en el que se estableciera la culpabilidad o inocencia de la hermana del rey se opta por impedir que ésta se siente en el banquillo y para ello no solo no se escatiman medios, sino que se vulneran derechos y se vuelve a poner en tela de juicio la independencia del poder judicial y por extensión de la justicia.
El juez instructor ha dictado un auto consistente y razonado, un auto que debería ser respetado por la fiscalia y así lo sería si la imputada no fuese quien es. Sin embargo desde todos los rincones de la derecha se escucha que a Cristina de Borbón se la imputa por ser quien es, olvidando que un juez estima que ha cometido varios delitos. Una imputación que no se fundamenta en el hecho de que sea la hija de Juan Carlos I, eso solo no valdría para imputarla, sino por ser la dueña del 50% de las participaciones de la sociedad Aizoon, montada para enriquecerse desviando fondos de un "instituto" llamado Noos. Una participación empresarial que sin duda y a los ojos de sus políticos benefactores hace suponer y con razón que la Casa Real, o al menos la entonces infanta de España avalaban los negocios que una persona sin crédito profesional como Urdangarin llevaba a cabo. A Noos no se le contrataba por su calidad y prestigio empresarial, se le contrataba porque era una sociedad propiedad al 50% de una infanta de España cuyo padre era rey y jefe de estado y se le contrataba para que cobrase sin hacer nada estando los pagos y desviaciones a Aizoon soportados según el juez por una "facturación inveraz".
La sociedad Aizoon se trataba "de una sociedad pantalla sin apenas actividad y carente de personal efectivo", y creada como cauce para vaciar los fondos obtenidos del erario público. "Cauce en el que directamente intervino activamente Doña Cristina de Borbón y Grecia", sostiene el auto de Castro. Así lo refleja "hasta la saciedad" la propia Agencia Tributaria, los testigos y lo confirma el propio contrato de arrendamiento con la sociedad suscrito personalmente por ella como arrendadora.
Como los millonarios beneficios obtenidos por el Instituto Noos eran "irreconciliables" con su naturaleza de entidad sin ánimo de lucro, "obligado era vaciar sus cuentas y en esa labor cobró toda su virtualidad" una red societaria que ambos crearon y "se afanaron de una manera compulsiva en facturar inverazmente contra aquella cuantos conceptos tenían a su alcance", sostiene el auto en el que se detallan los delitos y se imputan a 16 personas.
Dado que esas facturaciones provocaban una "derivación indeseable", como era el aumento de la base imponible del Impuesto de Sociedades, "se urdió un sistema de cruce de facturaciones" para que las sociedades de la trama quedaran con tipos mínimos. Otro sistema "para conseguir el mismo objetivo" fue Aizoon, creada en 2002, con el "deliberado propósito" de servir de cauce para el reparto de beneficios y gracias a la cual la familia Urdangarín/Borbón experimentó "un nada despreciable alivio". Y cuando ya no les resultó suficiente, se crearon sociedades opacas en Belice y Londres.
El dinero público desviado de Nóos a la empresa que la infanta Cristina tenía al 50% con Iñaki Urdangarín fue destinado a la reforma del Palacete de Pedralbes, en Barcelona, que adquirieron, además de gastos personales como viajes al extranjero, regalos, sesiones de liderazgo, decoración, servicio doméstico irregular pagado ‘en negro', fiestas, clases de baile de salsa y merengue, viajes de lujo y celebraciones familiares.
El fiscal arremete contra el auto judicial y sigue manteniendo que todo es consecuencia del "ser quien es" la ex-infanta.
Un "ser quien es" que a todas luces si que es el motivo para que la fiscalia arremeta contra la imputación oponiéndose a ella formalmente y de paso juzgando al juez instructor, descalificaciones incluidas y con la aprobación pública del Fiscal General del Estado, actuación impensable si estuviésemos ante una imputación a un ciudadano de a pie. Una actuación de la fiscalia que nos hace pensar que si la ex-infanta hubiera estado aforada jamás habría sido imputada.
Por otro lado insignes directores de periódicos otrora cargos públicos y defensores a ultranza de la monarquía como Francisco Marhuenda, nos dicen que Cristina estaba segura de que el dinero que su marido llevaba a casa era de procedencia irreprochable, sin tener en cuenta el escudero que la sociedad montada para arramplar con el dinero de todos era una sociedad sin ánimo de lucro y por tanto los beneficios a repartir eran exactamente igual a cero. También nos dice que para Cristina , teniendo en cuenta su palaciega vida, es una cosa normal comprarse un palacete de mil ochocientos millones de pesetas teniendo como total ingresos un sueldo de La Caixa y el producto de una sociedad sin ánimo de lucro. Si lo anterior es por si solo infumable, más lo es si tenemos en cuenta que Cristina debe conocer la incompetencia de su marido para algo más que jugar al balonmano, cuyo bagaje y experiencia profesional era cero y que además a la edad de 30 años aún no había terminado sus estudios de empresariales. Todo un crack, que sin su matrimonio con Cristina hoy estaría, como mucho, entrenando a los alevines del equipo de balonmano del Barcelona CF.
Luego viene lo del amor, un amor ciego por el duque empalmado que provocaba que Cristina firmase sin leer siquiera las cuentas de la sociedad, olvidando que su firma venia a representar el total conocimiento y conformidad con la actividad de la sociedad. Un amor cuya profesión jamás puede justificar la comisión de actos delictivos, un argumento de telenovela venezolana que de ser tenido en cuenta sentaría un precedente de enormes y negativas consecuencias, ya que libraría de responsabilidad a aquellos cónyuges que comparten las participaciones de una sociedad mercantil y que en España son casi todos si nos centramos en el ámbito de la pequeña y mediana empresa. En esta vida casi todo se hace por amor, en el mundo de los negocios por amor al dinero, en el mundo de la política por amor al poder y en las religiones por amor a unos dioses imaginarios. Eso de que en la guerra como en el amor todo vale no es cierto, sobre todo porque siempre hay perjudicados.
En fin, una vergüenza más que añadir a este saco de mierda en que se ha convertido España desde 1936. La corrupción en España no es debida al efecto contaminante de la manzana podrida, sino que es la base del sistema, el sistema está soportado por la corrupción activa y pasiva a todos los niveles imaginables. Que pena que Francisco de Quevedo no pueda escribir en los periódicos.
Benito Sacaluga
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