28 de junio de 2014

FELIPE VI, MOHAMMED VI Y UN PAPA



Mohammed VI
El rey de España parece ser que va a iniciar su periplo internacional visitando dos estados extranjeros en donde la democracia brilla por su ausencia, El Vaticano y Marruecos. Rajoy acaba de reunirse con el dictador guineano para "hablar de fútbol".

En cuanto a la visita al Vaticano imagino que será excelentemente recibido aunque solo sea por los beneficios fiscales que la Iglesia Católica tiene en España, prebendas que junto a otras asignaciones, subvenciones, etc... ascendieron en 2013 a la suma de 11.337 millones de euros, una asombrosa cantidad de dinero de la cual solo 360 millones proceden de la asignación voluntaria de aquellos contribuyentes que marcan su X en la declaración de la renta y que solo representan al 34,83 % de los cotizantes españoles. A modo de simple ejemplo del impacto que esta cantidad supone para el Estado decir que es equivalente a la subida de impuestos sobre IRPF que el muy católico gobierno del Partido Popular nos aplicó nada más llegar al poder. Ahora que la cosa laica va in crescendo en nuestro país me imagino que el rey intentará consolar al Papa a cambio de algunas fotos para el recuerdo, la emoción incontenible de los católicos españoles y un par de rosarios. 

A mi modo de ver las cosas, lo que debería hacer Felipe VI es recordarle al Papa que la jerarquía católica, en la firma de los Acuerdos Económicos de 30 de enero de 1979, se comprometió a lograr, por sí misma, los recursos suficientes para la atención de sus necesidades (autofinanciación). Han pasado 35 años y la iglesia católica, evidentemente no ha cumplido lo prometido, hora es de que se le exija que las limosnas las pida a las puertas de sus iglesias o vía cepillo o via aportaciones de sus fieles y de que al igual que cada español, incluidos los parados, paguen sus impuestos religiosamente, nunca mejor dicho.

Una vez en paz con dios el rey viaja al Reino de Marruecos, antigua colonia de Francia y España e independiente desde 1956, ese país africano con el que compartimos fronteras marítimas y terrestres (Ceuta, Melilla y el Peñón de Vélez de la Gomera) y que por la fuerza ocupó en 1975 la antigua colonia española del Sahara Occiental con la firma y beneplácito de Juan Carlos I y el apoyo incondicional de Francia y los Estados Unidos. El 14 de noviembre de 1975, Marruecos y Mauritania firman con el rey Juan Carlos un acuerdo que nunca sería publicado en el Boletín Oficial del Estado. España se compromete a retirarse del Sahara Occidental y ese territorio sería divido entre Marruecos y Mauritania. Una cesión cobarde que ha supuesto la esclavitud del pueblo saharui y además una cesión contra derecho ya que en tanto que España no podía entregar la soberanía saharaui a otra nación, se considera, según el derecho internacional,  la ONU y oficialmente, que sigue bajo administración y soberanía españolas. No obstante el administrador de facto es Marruecos, pese a que España siga siendo la potencia colonizadora jurídicamente.

(1) Pocas semanas después de la firma del monarca español, las tropas españolas comienzan a retirarse. Marruecos y Mauritania lanzan sus ejércitos a la conquista del Sahara Occidental frente a la oposición de sus habitantes. Decenas de miles de saharauis huyen hacia Argelia, donde se construyen campos de refugiados en mitad del desierto. (Hoy, más de 36 años después, los saharauis siguen allí.). El Frente Polisario plantea una guerra de guerrillas frente al potente ejercito marroquí que recibe el apoyo de Francia y Estados Unidos.Mauritania acepta su derrota ante el Polisario en 1979 y reconoce la soberanía del pueblo saharaui sobre el Sahara Occidental. Los combates entre Marruecos y el Frente Polisario se extienden durante 16 años. Marruecos y el Frente Polisario firman en 1991 el alto el fuego bajo auspicios de la ONU. Al final de la guerra, Marruecos controla un 80% del territorio del Sahara Occidental. Esto incluye la casi totalidad de las zonas pobladas, los depósitos de fosfatos y los ricos caladeros pesqueros. El 20% restante del Sahara Occidental, controlado por el Frente Polisario, es un terreno inóspito del desierto interior. Además, Marruecos construyó una barrera de más de 2.200 kilómetros que separa ambos territorios. A lo largo de esa barrera se encuentra uno de los campo de minas más grandes del mundo. El plan de paz firmado por ambas partes estipula la creación de un censo para celebrar un referendum en el que los saharauis puedan elegir entre la integración en Marruecos o la independencia.

La ONU tenía previsto realizar el censo en unas pocas semanas, pero debido a las continuas trabas impuestas por Marruecos, el censo tardó más de 8 años en completarse. Y cuando la ONU lo publicó en el año 2000, Marruecos se negó a aceptarlo. Además, desde la firma del alto el fuego en 1991, Marruecos incentiva a muchos de sus ciudadanos a mudarse al Sahara Occidental, incrementado así su opciones de éxito en una posible votación. Hoy, más de 21 años después, el referendum todavía no se ha celebrado. Ningún país del mundo reconoce el Sahara Ocidental como parte de Marruecos. Pero los intereses de sus aliados (los gobiernos de Francia y EEUU y las grandes empresas españolas) hacen que Marruecos no sienta ninguna urgencia por encontrar una solución.

En la actualidad unos 150.000 saharauis viven en la parte del Sahara Occidental bajo ocupación marroquí. Cientos de activistas pro-saharauis han sido detenidos y torturados por las autoridades de Marruecos. Unos 30.000 viven en la parte del Sahara Occidental controlada por el Polisario. Y otras decenas de miles viven en los campos de refugiados construidos en el desierto de Argelia. Los refugiados dependen de la ayuda humanitaria internacional que se ha desplomado durante la crisis económica. El Programa Mundial de Alimentos estima que dos tercios de las mujeres sufren anemia. Además, la barrera construida por Marruecos hace que miles de familias sigan separadas después de décadas.


Campo de refugiados saharauis en Tinduf (Argelia)

Un país que humilló a España en la guerra del Rif y responsable del tan olvidado Desastre de Annual, una guerra que finalmente se ganó gracias a la ayuda francesa y un Desastre que provocó en España una crisis política que afectó gravemente a la monarquía de Alfonso XIII y fué causa directa del golpe de Estado y la dictadura de Miguel Primo de Rivera.

El rey español viaja a un reino que representa al único país del continente africano que no pertenece a Unión Africana (UA), organismo del que se dio de baja en 1984 cuando la UA admitió como miembro a la República Árabe Saharaui Democrática. Un reino que se define políticamente como una "monarquía constitucional y de derecho divino". Pura fantasía para encubrir un régimen totalitario que se pasa los derechos humanos por el forro de sus chilabas. Una monarquía constitucional en la que el rey tiene amplios poderes ejecutivos, con la posibilidad de disolver el gobierno y el parlamento y dirigir las fuerzas militares, además de otros poderes que abarcan el control total del país y de sus habitantes. Un reino que machaca a los pescadores españoles, falsifica nuestro aceite, bombardea nuestra agricultura con precios ínfimos y aranceles a medida autorizados por la UE y que además masacra en sus fronteras a la inmigración africana con destino a Europa en colaboración con las autoridades españolas. Un reino que si bien aceptó la celebración de un referéndum en 1981 para que el pueblo saharahui decidiera su pertenencia o no a Marruecos, ha impedido que tal consulta se efectúe al mismo tiempo que ha poblado de marroquíes los territorios ocupados, dándoles carta de naturaleza saharaui y por tanto garantizándose la victoria en el caso de que el referéndum llegase a celebrarse. Un reino en el que la policía puede entrar en viviendas particulares sin orden judicial, interceptar el correo, las llamadas telefónicas y las cuentas corrientes.

Un reino al cual el rey de España visitará imagino que para reanudar las relaciones comerciales que su padre practicó desde 1976, para asegurarle a Mohammed VI que las relaciones entre ambas casas reales deben continuar por la misma senda, que nada ha cambiado. Felipe VI se librará muy mucho de reivindicar los derechos del pueblo saharaui, un pueblo que lleva más de 40 años viviendo en campos de refugiados en mitad del desierto, un pueblo masacrado por el ejercito y un cuerpo especial de policía marroquí, unos derechos que como he dicho antes les fueron arrebatados con el consentimiento de España y la firma de Juan Carlos I.

El Vaticano, Mohammed VI y Felipe VI hablarán y reirán, todo un acontecimiento protagonizado por un dios que no existe y dos monarcas que no deberían existir.

Benito Sacaluga.


(1) Principia Marsupia

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