3 de junio de 2014

SERENIDAD Y TRABAJO





La abdicación del heredero de Franco nos ha pillado a todos por sorpresa salvo a los que la han preparado y a unos pocos adivinos que lo han sido cuando el suceso se ha materializado. Si hacemos un breve repaso a la reciente situación económica, política y social de España la abdicación es un parche más en un neumático desgastado que desde hace tiempo debería haber sido sustituido. Sería bueno que nos preguntásemos si un jefe de gobierno electo no habría sido hace tiempo depuesto como consecuencia de ser el máximo responsable de la situación de quiebra técnica que padece el país y sus instituciones. Me apetece recordar ahora que España no tiene presidente, no existe la figura como tal, Rajoy al igual que sus antecesores en el cargo es exclusivamente presidente del Consejo de Ministros, del Gobierno, no de España insisto. Teniendo en cuenta que la figura del rey es meramente protocolaria es sencillo concluir que en España no hay un Jefe de Estado a pesar de que dicha figura es a todas luces imprescindible. 

Si el artículo 56.1. de la Constitución designa al Rey como Jefe de Estado, inmediatamente en el apartado 3 de dicho artículo se le desprovee de todo poder,(...los actos del Rey estarán siempre refrendados en la forma establecida en el artículo 64, careciendo de validez sin dicho refrendo...) sometiendo así a la aprobación del Gobierno cualquiera de sus actos, propuestas o decisiones con la única excepción de su capacidad para nombrar y relevar libremente a los miembros de la Casa Real (art.65.2). (1) ... Por consiguiente en la institución del refrendo concurren dos actos simultáneos emanados de dos voluntades bien diferentes: por un lado el acto regio, de naturaleza incompleta, pero que es condición de validez para el otro acto simultáneo, el proviniente del órgano refrendante (Presidente del Gobierno, Ministro o Presidente del Congreso), al que complementa y que es a su vez presupuesto para la existencia de aquél. Lo relevante es, precisamente, que mediante el refrendo (acto refrendante) se elude la responsabilidad del Rey como Jefe del Estado, trasladándose esa responsabilidad a las personas que los refrendan (art. 64.2), aún cuando no sean autores del acto (este es el caso, por ejemplo, del refrendo de las leyes o de los actos de nombramiento de los miembros del Tribunal Constitucional). Añadir aquí que la firma del Rey siempre y sin excepciones ha estado sin reparos a disposición total de los sucesivos gobiernos

Hay quien mantiene que la figura del Rey fue un componente imprescindible para llegar a la democracia, defensa que no deja de ser un contrasentido ya que dicho Rey fue literalmente impuesto durante la dictadura franquista y por tanto el mantenimiento de esta antidemocrática decisión vulnera claramente los principios democráticos esenciales e incluso los derechos dinásticos de la casa de Borbón. También algunos manifiestan que Juan Carlos I estando investido con todos los poderes heredados del dictador Franco renunció a ellos en aras de la democracia, esta afirmación no se mantiene en absoluto ya que los actos de Juan Carlos I desde su más tierna infancia hasta su reciente abdicación le han sido impuestos primero por el dictador y más tarde por los diferentes gobiernos españoles. En estos momentos en los que se produce la muerte en diferido del monarca, su finiquito anticipado, deberemos presenciar un sin fin de reconocimientos de gratitud y elogios hacia el rey saliente cual si de su funeral se tratase, actuaciones todas encaminadas a, una vez más, confundir a los ciudadanos para que sus sentimientos monárquicos de revitalicen, confusión aún más necesaria si tenemos en cuenta la creciente corriente republicana. Actos y manifestaciones que deberemos afrontar con serenidad al mismo tiempo que trabajando exhaustivamente para que la ciudadanía sea engañada lo menos posible.

Resulta también imprescindible que la ciudadanía sepa y entienda que la opción republicana no es, ni mucho menos, una cuestión que se circunscribe exclusivamente en la existencia o no de la figura de la monarquía tal y como muchos piensan. También es necesaria una constante labor didáctica y objetiva para que los españoles nacidos a partir de 1975 conozcan la realidad de lo que fue la II República, con sus luces y sus sombras, y el franquismo, de este último para que sin lugar a dudas se tenga conciencia de los orígenes de la oligarquía que mueve los hilos de los consejos de ministros desde diciembre de 1976 hasta nuestros días. 

Quiero ahora recordar las palabras que el propio Juan Carlos I dijo durante uno de sus viajes a Estados Unidos y que recogió el New York Times:
"La monarquía continuará siempre y cuando los españoles quieran una monarquía"
Según lo anterior deberiamos suponer que Juan Carlos I es partidario de la celebración de un referéndum, nada más lejos de la realidad a pesar de que ahora su abdicación posibilita la consulta dentro de un planteamiento de higiene democrática.

Ahora más que nunca las organizaciones y partidos republicanos practicantes deben unir sus fuerzas, también a ellos les pido Serenidad y Trabajo además de altruismo a las personas que los integran en beneficio de la unidad republicana.

Benito Sacaluga.


(1) José Fernando Merino Merchán. Letrado de las Cortes Generales

1 comentario:

  1. Pues nada a sacar mayoria en las urnas y a cambiar la constitución y lo que venga bien.

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