Francisco Egea (Pancho)
24 febrero 1977
Cartagena (Murcia). Pancho Egea es asesinado en Cartagena, de 19 años de edad por la Policía Nacional. Participaba en una manifestación conjunta de obreros de la construcción y del metal.
FUENTE: El Público
José Luis Aristizábal Lasa
13 marzo 1977
12 de marzo de 1977, manifestación pro amnistía en San Sebastián. Las cargas policiales y las carreras salen del Casco Viejo y desembocan en el paseo de la Concha. Los antidisturbios no ahorran en gastos. José Luis Aristizábal Lasa, 20 años, estudiante en la Escuela Superior de Técnica Empresarial de Gipuzkoa, detiene el automóvil en el que circula por el paseo. Lleva la ventanilla del vehículo abierta. A un agente de policía no debe gustarle su cara, porque dispara una bala de goma a corta distancia, hacia la ventanilla abierta, destrozándole el rostro.
José Luis Aristizábal ingresa de urgencias en el Hospital Provincial con una conmoción cerebral. El diagnóstico no es muy optimista: fractura del hueso frontal, del temporal y del esfenoides, y pérdida del ojo derecho. Los médicos hacen lo que pueden en quirófano y lo ingresan en la UVI. A medianoche, con serios problemas respiratorios, se le practica una traqueotomía y entra en coma. A mediodía del 13 de marzo, José Luis Aristizábal muere.
El funeral de Aristizábal Lasa se convierte en una manifestación de unas 10.000 personas que recorren las calles en silencio, con tres pancartas blancas con crespón negro, desfilando frente a la casa del joven asesinado, en la plaza de las Armerías. Comercios, empresas y entidades bancarias de Donostia cierran en señal de duelo. Por supuesto, no habrá investigación alguna, lo normal durante el mandato de Rodolfo Martín Villa, uno de los próceres de los 70 años de paz, al frente del Ministerio de Gobernación, entre julio de 1976 y abril de 1979.
Hay más muertos en la calle, a manos de fuerzas del Estado y grupos fascistas, en ese período que en varios años de dictadura. La Coordinadora Estatal de Apoyo al a Querella Argentina contra la impunidad de los crímenes del franquismo ha contabilizado 54 muertes, de las cuales, José Luis Aristizábal entre ellas, 22 se incluyen en el período de la investigación abierta por la juez María Servini, hasta el 15 de junio de 1977, primeras elecciones generales tras la dictadura del general Franco.
FUENTE: ABC / www. labocadora.blogspot.com
Isidro Susperregui Aldaco
30 marzo 1977
En un comunicado hecho público ayer tarde, Acción Nacionalista Vasca anuncia la muerte de su afiliado Isidro Susperregui Aldaco a causa de un impacto de pelota de goma recibido el pasado día 15 de marzo en San Sebastián.
Isidro Susperregui, que contaba 68 años de edad, era miembro activo de Acción Nacionalista Vasca, de cuya junta municipal de Donosti formaba parte. El fallecimiento —se dice textualmente— le ha sobrevenido a causa de impacto de pelota de goma, recibido el día 15, mientras se hallaba paseando en la avenida de España, durante el desarrollo de una manifestación por las calles adyacentes. Como pudo llegó a un quiosco en donde un joven lo encontró recostado, trasladándolo a continuación a la Cruz Roja, en donde ha permanecido en estado grave hasta su fallecimiento. Aunque Isidro se encontraba delicado de salud indudablemente, el desenlace se ha debido al impacto de la pelota de goma, recibido a la altura del corazón. En el comunicado, Acción Nacionalista Vasca denuncia públicamente la “indiscriminada actuación de las fuerzas represivas que producen estos lamentables hechos”. Exigen, en consecuencia, la investigación pertinente para impedir que se vuelvan a producir sucesos tan lamentables como el reseñado.
FUENTE: El País
Clemente del Caño Ibáñez
8 mayo 1977
El 13 de mayo de 1997 fallecía Clemente del Caño Ibáñez atropellado por un vehículo. Este día se desarrollaba en todo el País Vasco-Español una jornada de huelga general en favor de la amnistía convocada por la izquierda abertzale, con cierre de empresas, piquetes, cortes de carreteras y desórdenes públicos en múltiples poblaciones; ya entrada la noche, varios individuos colocaron una barricada en la salida de la autopista A-8 hacia la localidad de Rentería. Al lugar se dirigieron trabajadores de mantenimiento de la autopista, que no se atrevieron a retirar la barricada por la escasa visibilidad y la velocidad a la que circulaban los vehículos.
Miembros de la Guardia Civil desplazados al lugar obligaron a los empleados de la autopista a retirar la barricada; cuando procedían a ello un vehículo que circulaba a gran velocidad atropelló a Clemente del Caño Ibáñez, empleado de la autopista Bilbao-Behobia, que murió como consecuencia de las heridas sufridas. Descanse en paz.
FUENTE: www.inmemoriampropax.blogspot.com
Rafael Gómez Jáuregui
12 mayo 1977
Militante sindical de ELA-STV, trabajador motorista del puerto de Pasajes. Perteneció a ANV por la cual fue candidato en las elecciones generales de 1933. Este mismo año era elegido, junto con Graciano Ormaechea, presidente de la Confederación Sindical de Gipuzkoa en el Congreso de ELA de Vitoria-Gasteiz, cargo que desempeñó desde esta fecha hasta 1936.
Se escondió al acabar la guerra de 1936-1939 y militó en una red de información al servicio de los aliados. Atrapado por la policía franquista, fue condenado (1941) a muerte y a 25 años de cárcel en 1942, salvándose a duras penas de la condena de fusilamiento a la que no logró sustraerse uno de sus compañeros, Luis Álava Sautu. En prisión hasta 1946, ello no fue obstáculo para que al salir tomara parte activa en la famosa huelga de 1947, primera huelga política de la dictadura, que, lanzada por la Junta Vasca de Resistencia, sólo fue seguida en Euskadi.
Nuevamente tuvo Gómez Jáuregui que desaparecer, hasta 1950. En 1951 su participación en la huelga de ese año le obliga a exiliarse en Selliéres situado en el departamento francés de Jura, donde permanecerá hasta 1968 (17 años).
Rafael Gómez Jauregi muere el 12 de mayo de 1977 en Rentería debido a los disparos realizados por la Guardia Civil durante una de las manifestaciones que tuvieron lugar en la trágica Semana pro-amnistía de este mes.
(Ref. Goiz-Argi, n.° 343, p. 17).
José Luis Cano Pérez
13 mayo 1977
José Luis Cano Pérez tenía 28 años cuando lo mataron. Fuentes policiales aseguraron haberle visto tirar piedras a los agentes y luego esconderse en el bar. Según los testigos presenciales el asesinato empezó con una paliza y el tiro de gracia posterior. Siguieron golpeando a José Luis cuando yacía inerte en el suelo. Su asesinato fue uno de los 7 que cometieron las fuerzas policiales en Euskal Herria en aquella semana sangrienta.
Desde hace ya unos años el colectivo Ahaztuak realiza un homenaje todos los años a este joven miembro de CCOO. Por supuesto, y como en la mayoría de los casos, nadie fue condenado por la cruel y gratuita muerte de un chaval lleno de vida.
FUENTE: http://gogoanhartzekoizenak.blogspot.com.es/
Manuel Fuentes Mesa
14 mayo 1977
La noche del 24 de Mayo de 1977 Manuel Fuentes Mesa junto con otros amigos del trabajo celebraban una cena de despedida de soltero. Los establecimientos permanecían cerrados en protesta por el reguero de muertes que se contabilizaban desde comienzos de la semana. Como era una cena contratada desde hace tiempo, los dueños del restaurante Hermi, situado en el barrio de La Chava de Ortuella, abrieron sus puertas para el grupo de amigos.
Aquella misma noche, antes de ir a cenar, Esther Gallego Sánchez, su compañera tuvo un presentimiento: “Le dije que no fuera pero me contestó que ya estaba todo reservado. Me enfadé y no le quise dar un beso de despedida. Cuantas veces me he arrepentido”.
Después de cenar, aquellos compañeros que trabajaban en la Factoría Mavisa se marcharon del lugar. Cuando llevaban muy poco tiempo andando por la carretera oyeron el motor de un coche. Era la policía nacional que circulaba con las luces apagadas. Aquí el relato varía. Algunos señalan que fue la Guardia Civil y otros que la Policía Nacional. “Según me dijeron a mi sus amigos, eran aquellos que iban de marrón y llevaban el pañuelo rojo, los mismos que después vigilaron el entierro”, señala Esther. “Los compañeros comentaron que llegaron a su lado, se bajaron de los vehículos y a algunos les pidieron la documentación. Hasta que de repente uno de los mandos dijo: ‘Nada de preguntas, tiren a matar’. Cada uno fue por donde pudo, algunos escaparon por la carretera, otros se escondieron bajo un camión y les metieron una paliza. Manuel decidió ir campo a través, seguramente con la intención de ponerse a salvo cruzando las vías del tren. Allí es donde recibió el balazo. También nos dijeron que no fueron ráfagas de metralleta sino tiros, uno a uno, pero sin descanso. Todo esto lo podrían contar sus amigos si se atreviesen a hablar. Han pasado 38 años y siguen atemorizados. Son hombres mayores que tiemblan cuando recuerdan aquello. Fueron amenazados y acosados, les dijeron que para vivir tranquilos tenían que callar. A Juan, hermano de Manuel, también le amenazaron de muerte. Pero no con anónimos, iban directamente a los domicilios”
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Esther en aquellos momentos estaba embarazada de Manoli. Tuvo que ir a reconocer el cadáver a Cruces y se desmayó. No recuerda muchas cosas: “Viví en una especie de sueño. No recuerdo demasiado. No sé si fue el mismo día del entierro o el siguiente cuando me intenté suicidar. Tomé un montón de pastillas y tuve la suerte de que la hija de una vecina se encontró la puerta abierta y me vio en el suelo. Me llevaron al hospital de urgencia”.
El día de su entierro la policía nacional golpeó duramente a los amigos que quisieron llevar el ataúd a hombros desde el lugar donde lo mataron al cementerio. Vigilaron de cerca, a caballo y fuertemente armados, a las 10.000 personas que acudieron a despedirle en Gallarta. Le enterraron con la ikurriña y la bandera de Andalucía sobre el féretro, puesto que era natural de Jaén capital. En la fábrica, sus compañeros cedieron un día de sueldo a la familia.
Después de su muerte se interpuso una querella contra sus autores. Nadie fue declarado culpable de aquel crimen.
FUENTE: http://gogoanhartzekoizenak.blogspot.com.es/
Ocurrió en el tiempo de prodigios del que tanto nos dan la brasa bañada de ajonjolí. Un mes después de la legalización (previo arrodillamiento) del PCE y uno antes de las primeras elecciones tras la muerte en la cama del señor de El Pardo. Llevaba año y medio en el trono el Borbón y aún no se había cumplido el primer aniversario del nombramiento del beatificado Adolfo Suárez como presidente del gobierno español. Era ya ministro de la porra el siniestro Rodolfo Martín Villa. A pesar de un aligeramiento para la foto, las cárceles seguían a reventar, y en el norte irredento del que procedían gran parte de los presos, gentes de diverso signo convocaron la Semana proamnistía. Balance final: ocho muertos de entre 28 y 78 años. Cinco cayeron a tiros de la policía o la Guardia Civil, uno fue atropellado al intentar retirar una barricada y a otro le fulminó un infarto en medio de la refriega.
El octavo fue Francisco Javier Núñez. Les recuerdo su caso. El último día de las protestas bajó a comprar el periódico y quedó atrapado en los disturbios. Unos uniformados le molieron a golpes. Dos días después fue a presentar una denuncia al Palacio de Justicia de Bilbao. Al salir, lo interceptaron unos tipos que se lo llevaron a un lugar en que volvieron a apalearlo y le obligaron a beber una botella de coñac y otra de aceite de ricino. Falleció días después con el hígado reventado. Hace unos meses, el Gobierno Vasco lo reconoció, junto a otros, como víctima de la violencia policial en un decreto que el virrey Carlos Urquijo ha recurrido. Solo él sabrá por qué. Los demás nos lo imaginamos
FUENTE: Deia / http://blogs.deia.com/mas-que-palabras/tag/francisco-javier-nunez/
El pasado lunes, día 23 falleció en la Residencia Sanitaria de la Segundad Social de Nuestra Señora de Aranzazu, Gregorio Marichalar Ayestarán, de 63 años, uno de los heridos en Rentería en el transcurso de la semana trágica pro-amnistía, que arrojó entonces un saldo de cinco muertos, a los que hay que añadir uno más. Gregorio Marichalar, de 63 años, vivía en el barrio renteriano de Beraun, y el viernes día 13 fue alcanzado por una bala que le atravesó el pecho cuando se encontraba en el balcón de su domicilio, situado en un tercer piso, en el transcurso de uno de los graves enfrentamientos entre manifestantes y fuerzas del orden que tuvieron lugar en esta localidad guipuzcoana.
Francisco Javier Núñez Fernández
16 mayo 1977
Ocurrió en el tiempo de prodigios del que tanto nos dan la brasa bañada de ajonjolí. Un mes después de la legalización (previo arrodillamiento) del PCE y uno antes de las primeras elecciones tras la muerte en la cama del señor de El Pardo. Llevaba año y medio en el trono el Borbón y aún no se había cumplido el primer aniversario del nombramiento del beatificado Adolfo Suárez como presidente del gobierno español. Era ya ministro de la porra el siniestro Rodolfo Martín Villa. A pesar de un aligeramiento para la foto, las cárceles seguían a reventar, y en el norte irredento del que procedían gran parte de los presos, gentes de diverso signo convocaron la Semana proamnistía. Balance final: ocho muertos de entre 28 y 78 años. Cinco cayeron a tiros de la policía o la Guardia Civil, uno fue atropellado al intentar retirar una barricada y a otro le fulminó un infarto en medio de la refriega.
El octavo fue Francisco Javier Núñez. Les recuerdo su caso. El último día de las protestas bajó a comprar el periódico y quedó atrapado en los disturbios. Unos uniformados le molieron a golpes. Dos días después fue a presentar una denuncia al Palacio de Justicia de Bilbao. Al salir, lo interceptaron unos tipos que se lo llevaron a un lugar en que volvieron a apalearlo y le obligaron a beber una botella de coñac y otra de aceite de ricino. Falleció días después con el hígado reventado. Hace unos meses, el Gobierno Vasco lo reconoció, junto a otros, como víctima de la violencia policial en un decreto que el virrey Carlos Urquijo ha recurrido. Solo él sabrá por qué. Los demás nos lo imaginamos
FUENTE: Deia / http://blogs.deia.com/mas-que-palabras/tag/francisco-javier-nunez/
Gregorio Marichalar Ayestarán
20 mayo 1977
El pasado lunes, día 23 falleció en la Residencia Sanitaria de la Segundad Social de Nuestra Señora de Aranzazu, Gregorio Marichalar Ayestarán, de 63 años, uno de los heridos en Rentería en el transcurso de la semana trágica pro-amnistía, que arrojó entonces un saldo de cinco muertos, a los que hay que añadir uno más. Gregorio Marichalar, de 63 años, vivía en el barrio renteriano de Beraun, y el viernes día 13 fue alcanzado por una bala que le atravesó el pecho cuando se encontraba en el balcón de su domicilio, situado en un tercer piso, en el transcurso de uno de los graves enfrentamientos entre manifestantes y fuerzas del orden que tuvieron lugar en esta localidad guipuzcoana.
A las nueve y media de aquel día, se intentó celebrar una asamblea popular en el barrio de Beraun que fue disuelta por las fuerzas del orden. Gregorio Marichalar ingresó entonces gravísimo en la residencia sanitaria donostiarra, y desde entonces se debatía entre la vida y la muerte. La noticia de su fallecimiento ha sido dada a conocer a través de las esquelas publicadas en el día de ayer por los periódicos locales, donde se indica que los funerales se celebrarían ayer, a las ocho de la noche, en una parroquia renteriana. Ninguna manifestación pública se ha hecho en torno a esta muerte sólo unas cuantas ikurriñas con crespón negro, colocadas en los balcones de Rentería, era la expresión de luto de un pueblo que ha perdido tres hijos en el transcurso de la pasada semana trágica.
FUENTE: El País:http://elpais.com/diario/1977/05/25/espana/233359215_850215.html
Miguel Grau
6 octubre 1977
[…] Eran algo más de las diez y media de la noche del jueves seis de octubre de 1977 cuando cuatro jóvenes del Moviment Comunista del País Valencià se encontraban pegando carteles de la Diada, que había de celebrarse el día nueve, en la plaza de Los Luceros. Poco antes, de algún lugar próximo a donde se encontraban, les habían arrojado, según sus propias declaraciones, dos cubos de agua. De pronto, cuando estaban frente a la fachada contigua a la del edificio número once de la citada plaza, alguien (movido por oscuros rencores y miedos a la libertad) les lanzó un ladrillo: Miguel Grau fue alcanzado en la cabeza y se desplomó.
En estado grave fue trasladado en un coche particular a la Casa del Socorro y, de allí, a la Residencia Sanitaria de la Seguridad Social. Sus tres compañeros, Juan Ángel Torregrosa, María Luz Quiñonero (de quien hablamos en este artículo y con quien nos une una entrañable amistad) y Javier Álvarez Landete prestaron declaración, ante el comisario jefe de la Primera Brigada de Investigación. También se personaron en Comisaría el diputado por el PSOE, Antonio García Miralles, y el senador José Beviá Pastor. Por su parte, el comisario jefe provincial, Rafael Arjona, manifestó que “se estaban realizando las gestiones necesarias para esclarecer los hechos”.
Entre tanto, Miguel Grau fue intervenido por el doctor Fernando Ruiz y el equipo de urgencia. Al día siguiente, continuaba en estado crítico. El gobernador civil, José Duato Gómez-Novella estuvo en la Residencia, para interesarse por el joven herido. El nueve, primera celebración de la Diada tras la dictadura franquista, de cuatro a cinco mil personas (según las cifras facilitadas por la Prensa) se concentraron en la Explanada, para conmemorar el día del País Valenciano. En aquel acto, las fuerzas políticas democráticas de Alicante firmaron un manifiesto condenando con la mayor energía el atentado perpetrado con-tra Miguel Grau: PSOE, UCD, MCPV, PCPV, PSAN, PTE, LCR, ORT, PSP, USPV e independientes.
El martes, la prensa anunciaba en primera página: “Rápida y eficaz operación policial. Detenido el presunto autor de la agresión a Miguel Grau. Se trata del joven de diecinueve años M. A. Panadero Sandoval”. Miguel Grau moría a las ocho de la tarde del domingo, dieciséis de octubre. Dos días más tarde, ocho mil alicantinos despidieron su cadáver, trasladado a hombros de la Residencia a la Plaza de España, por sus compañeros. Si el quince de junio de aquel mismo año, la democracia derrotaba en las urnas a todo un pasado viscoso y fascista, Miguel Grau, con su ejemplo y su propia vida, volvió a derrotarlo. Un precio muy alto para tanta basura.
FUENTE: http://www.alicantevivo.org/2007/07/alicante-en-el-recuerdo-la-muerte-de.html
David Salvador Bernardo
7 octubre 1977
Las luces encendidas toda la noche de un vehículo en ralentí, aparcado cerca de la estación del antiguo Ferrocarril del Plazaola, en Andoain, tiene algo mosqueados a los vecinos de la zona. A eso de las 8.30 horas del viernes 7 de octubre de 1977, un sacerdote de Andoiain se acerca a ver qué pasa. Se trata del taxi de David Salvador Bernardo, un Seat 1500 matrícula 81826 de San Sebastián.
David Salvador Bernardo, 45 años, casado, dos hijos, natural de Bilbao y vecino de Hernani, está en su asiento de conductor con dos tiros en la cabeza y seis casquillos de bala esparcidos en el interior del taxi. Alguien le ha disparado desde el asiento de atrás.
David Salvador es considerado “persona intachable bajo todos los conceptos, que acostumbraba a retirarse muy pronto, que era servicial con cuantos acudían a él como clientes, siendo preferido por su prudencia en la carretera”, ABC dixit. Las autoridades tienen la tentación de vincular el asesinato a un atraco, delincuencia común, vamos, pero descubren que nadie ha tocado el dinero ni la documentación de David Salvador.
Así las cosas, lo dejan en misterio irresoluble hasta que una llamada de la Triple A reivindica el asesinato. El grupo fascista a sueldo del Estado acusa a David Salvador de ser confidente de ETA, algo que nunca se demostró. Da igual, siendo la Triple A, las autoridades se ahorran la investigación, no vaya a deparar sorpresas. Sólo un 45% de las acciones criminales de los grupos de extrema derecha en Euskal Herria derivaron en diligencias judiciales y de esas sólo un 50% acabaron con una sentencia en firme. Todo lo firme que puede ponerse el Estado con la extrema derecha, que no es mucho.
FUENTE: http://labocadora.blogspot.com.es/2015/10/david-salvador-1977.html
Gonzalo Pequeño Moyano
14 octubre 1977
Lo decíamos el otro día. La pequeña delincuencia sale más cara que la delincuencia a lo grande. Por una estafa millonaria igual te acaban retirando el pasaporte, por robos del tres al cuarto te retiran de circulación. Como a Gonzalo Pequeño Moyano. El 14 de octubre de 1977 los hermanos Gonzalo y Luis Javier Pequeño Moyano, de 21 y 16 años respectivamente, cruzan la noche por la carretera Bilbao-Santurce en un SEAT 124 robado, ese icono. Al pasar por el barrio de Luchana, en Barakaldo, se topan con un control de la Guardia Civil. No se les ocurre otra cosa que agachar la cabeza y tirar para adelante. A la Guardia Civil no se le ocurre otra cosa, siempre han sido muy de ideas fijas, que disparar sobre el vehículo.
Gonzalo pierde el control, se estampa contra una farola y se mata. Su hermano resultará herido leve. Y aquí no ha pasado nada. Aunque algo más pasa poco después en la carretera Bilbao-San Sebastián a la altura del cuartel de la Benemérita en Galdakano, por donde pasa algo cargado en alcohol Juan Antonio Igarza Azcárate, conduciendo un SEAT 600 con una rueda pinchada. La Guardia Civil no tiene alcoholímetro a mano y tira de lo que más a mano tiene, la pistola. El disparo impacta en la cabeza de Juan Antonio y lo manda al hospital de Bilbao. La versión oficial habla de un disparo de advertencia que rebota en el asfalto, entra por la ventanilla y le da sin querer al conductor.
El Movimiento Comunista de Euzkadi pide a la Asamblea de Parlamentarios vascos que igual va siendo hora de tratar el tema de la regulación del uso de armas de fuego y someter a los responsables de atentar contra las leyes de la física al poder judicial.
FUENTE: www.labocadora.blogspot.com
Manuel José García Caparrós
4 diciembre 1977
Esta era la improvisada crónica que el entonces embrión de periodista, Rafael Rodríguez, transmitió a Radio Juventud, cadena del Movimiento en la mañana del 4 de diciembre de 1977. Pocos minutos después una bala asesinaba a Manuel José García Caparrós. Periodistas fogueados en burlar la censura se dan cuenta de la gravedad del momento, María Teresa Campos, ante el micrófono, Fernando García del Río en la producción y periodistas de pisar el asfalto, Antonio S. Jiménez Pajarero, Rafael Rodríguez y Antonio Chaves son los que cuentan lo que está pasando en la calle.
En la sala de máquinas de la emisora su director Juan Fernández Lozano, se la juega. Es llamado al orden pero no sólo no cierra la espita informativa, sino que la alienta. Fernández Lozano dio libertad a sus periodistas para que contaran lo que estaban viendo; periodismo en directo, sin trabas ni consignas.
La manifestación del 4 de diciembre de 1977 en lucha por la autonomía andaluza fue el termómetro para medir la incipiente libertad de prensa en toda Andalucía, con la mayoría de los medios informativos saliendo de las cavernas franquistas. Y hubo de todo. Periodistas que se la jugaron y emisoras de radio, como Radio Juventud de Málaga y la SER, que rompieron el infernal corsé al que estaban sometidos. El 4 de diciembre fue fecha histórica para la autonomía andaluza y la democracia, pero también fue el inicio de la libertad en los medios informativos. Radio Juventud de Málaga, con escasos medios y mucha voluntad democrática fue el ejemplo más manifiesto.
Dan entrada a las conexiones en directo de todos los puntos de interés del recorrido de la manifestación. Era una fiesta al principio; luego, una tragedia, con la sangre derramada de García Caparrós en la calle Comandante Benítez. Y la radio de Málaga lo narró al instante, relatando el horror y la indignación de un pueblo que se había echado a la calle para pedir dos alimentos básicos: democracia y autonomía. Es una pena que desaparecieran aquellas crónicas vivas enviadas desde una artesanal unidad móvil, entre las cargas indiscriminadas de los "grises" acompañados por el clamor fascista de militantes activos de Fuerza Nueva y de los Guerrilleros de Cristo Rey que, desde detrás de la Diputación, jaleaban a la policía para que diera leña al mono. Algunos de estos fascistas alardearon en plan matón de las pistolas en la mano. A los Asiego y compañía nunca les pasó nada.
La manifestación de Málaga es el estallido de la autonomía andaluza. Sonaba la flauta y la voz quebrada de Pepe Suero desde los altavoces del Ayuntamiento, acompañando a los 200.000 malagueños que se habían echado a la calle. Mientras que el diputado socialista, Rafael Ballesteros lee la proclama autonomista, en la Diputación el joven Juan Manuel Trinidad Berlanga intenta colocar la bandera andaluza en el balcón, escalando la fachada ante la atónita mirada de los manifestantes. Aquí empezó la guerra. Para la historia queda dicho que un hombre, Francisco Cabezas, presidente de la Diputación, de acendrado espíritu franquista, fue quien abrió los truenos guerreros, un gobernador civil, el catalán Enrique Riverola que se enteró mal y tarde de los incidentes y el comisario jefe de Málaga, Francisco Durán, incapaz de sujetar la extrema dureza y rabia con la que actuaron los policías, uno de los cuales, como contaba Radio Juventud, había matado a García Caparrós; un crimen no aclarado y que duerme en el resbaladizo terreno de la Transición donde fue usual que la mano derecha no quisiera saber lo que hacía la izquierda y viceversa.
García Caparrós fue víctima, también, de la Transición. La prensa de Málaga estuvo en su sitio. El diario Sur alienado y alineado con las tesis gubernamentales, bajo las directrices claras y precisas del ministro del Interior, Rodolfo Martín Villa; Sol de España, el otro periódico malagueño dio más cancha a la información, pero sin pasarse. Este periódico, liberal y abierto, avanzaba con pasos decididos a apoyos a la derecha franquista y tan sólo quedaban Diario 16 y El País, cuyas crónicas de sus corresponsales fueron las únicas que profundizaron en los hechos, denunciando la desproporcionada actuación de la policía y la muerte de García Caparrós. Revistas como Cambio 16, con crónica de quien esto firma, ya insinuó que el disparo pudo haber sido hecho por un policía, tesis que sostendría Antonio Ramos en la revista Triunfo, como lo hiciera el colectivo que firmó un espectacular trabajo informativo y gráfico en la revista Primera Plana. Este colectivo, en tan sólo dos días, dejó en la imprenta el libro Morir por Andalucía, posiblemente el primer libro-reportaje escrito en España, y en el que a flor de piel, con la sangre aún caliente de García Caparrós, se narra en primera persona los hechos y se hizo público un estremecedor documento donde la policía "cuenta" sus andanzas el 4 de diciembre y los tres días negros en los que se vio envuelta Málaga.
El mensaje de los jefes a los grises era claro: "Bajar de los coches y pegar fuerte". Para que quede constancia y bajo la dirección y coordinación de Juan de Dios Mellado, dieron vida a Morir por Andalucía los periodistas, Rafael Rodríguez, Juan Barber, Rafael Salas y Vicente Almenara, todos ellos integrantes del llamado Equipo 4 de Diciembre.
FUENTE: www.publico.es
Javier Fernández Quesada
13 diciembre 1977
El 12 de diciembre de 1977 era asesinado a consecuencia de disparos de la Guardia Civil el joven grancanario Javier Fernández Quesada, estudiante de la Universidad de La Laguna.
Quesada había participado en una jornada de lucha por la huelga del sector tabaquero tinerfeño y a las dos y media de la tarde, cuando reinaba la calma, unos guardias civiles entraron en el Campus Central de la Universidad de La Laguna disparando indiscriminadamente con sus ametralladoras. No fueron disparos al aire sino que tenían como objetivo los escasos estudiantes que merodeaban el recinto. A Javier Fernández Quesada le dispararon casi a quemarropa y falleció prácticamente en el acto.
La versión oficial de la Guardia Civil insiste en que los agentes reaccionaron al ser atacados por la turba estudiantil disparando tiros al aire, de los cuales uno —no se sabe cómo— habría alcanzado al joven grancanario en las escaleras de acceso al edificio universitario. Luis Mardones, entonces Gobernador Civil de la provincia de Santa Cruz de Tenerife y más tarde dirigente de Coalición Canaria y diputado en Madrid por esa fuerza, sostuvo durante años —por lo menos hasta 2008— la tesis de que bien pudiera haber sido algún francotirador perteneciente a los “sectores en lucha” el autor del crimen. Fue el mismo Mardones, quien, con motivo de la votación en el Congreso de la Ley de Memoria Histórica, alegó “motivos de conciencia” para ausentarse de la votación.
Pero, para mejor comprender el relato de los hechos, citemos aquí la documentada crónica del periodista tinerfeño Julián Ayala:
“Fue entonces cuando irrumpió en el campus, por la puerta cercana al polideportivo un grupo de guardias —cinco o seis—, disparando sus armas contra la fachada y la puerta del edificio central de la Universidad, donde se hallaban quince o veinte estudiantes, y contra los grupos que estaban en las cercanías de la Librería Tinerfeña. Dos o tres de ellos —los testimonios difieren— subieron disparando el primer tramo de las escaleras, llegando uno incluso al principio del último tramo. Éste es el que se cree que mató a Fernández Quesada. Según testigos presenciales, era un guardia joven, delgado y de baja estatura, a quien sus compañeros llamaban ‘Polilla’, nombre que dan en el Cuerpo a los recién salidos de la Academia, que disparaba a los estudiantes que huían, sosteniendo la pistola con sus dos manos. Pese a que en el hall de la Universidad, algunos de sus compañeros le practicaron la respiración boca a boca y un masaje cardíaco, Javier murió instantes después de ser alcanzado.
Los guardias continuaron disparando y siguieron haciéndolo, a pesar de que un estudiante y después un profesor que agitaba un pañuelo blanco pidieron el cese del fuego, gritando que había un herido. Al fin pudieron bajar el cadáver que fue introducido en un vehículo de la Guardia Civil y conducido al Hospital Universitario de Canarias, donde los médicos no pudieron hacer otra cosa que certificar la muerte. En el mismo hospital fue ingresado poco después otro estudiante, Fernando Jaesuría, de 18 años, a quien una bala había atravesado un hombro, cuando estaba en la azotea de su casa a unos cuatrocientos metros del lugar. Un niño de 13 años, que se encontraba en el patio de la escuela aneja a la Normal de Magisterio, también resultó herido leve.
FUENTE: www.tamaimos.com
CONTINUARÁ
Publicado por Grupo Libertario Pensamiento Crítico en su dossier "Los muertos de la Transición española 1975-1981"
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