18 de octubre de 2019

LA PRINCESA DE ASTURIAS Y DOS GENERALES ASTURIANOS



Imagen: Eco Republicano
La Fundación Princesa de Asturias entrega hoy sus premios anuales en Oviedo. Dicha Fundación se constituyó solemnemente allá por 1980, con la presencia de los reyes y de su único hijo varón, discursos hubo, de un general del ejército que leyó una "lección magistral", y del entonces rey, luego cena de gala, copas y abrazos.

Dicho general fue uno de los muchos que se sublevaron contra la II República en 1936, participando con el debido entusiasmo y entrega en los frentes del Norte, Aragón, Levante, Ebro y Cataluña, actuaciones que le valieron varias condecoraciones y ascensos, además de ser nombrado caballero de la Gran Cruz de la Orden de San Lázaro de Jerusalén. Durante la dictadura franquista ocupó los más altos cargos en el ejercito hasta llegar a ser Jefe del Alto Estado Mayor en 1970. Cargos y ocupaciones varias que no le impidieron su incursión por la puerta de atrás en la carrera diplomática llegando a ser agregado militar en la Embajada de España en Brasil y hasta embajador en El Cairo. No quedó ahí la cosa, antes de la muerte del dictador fue nombrado miembro de número de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas. Como no podía ser de otra manera fue nombrado Procurador en las Cortes franquistas, cargo que ejerció desde 1970 a 1977.

Llegada la democracia siguió ocupando posiciones privilegiadas, hasta el punto de ser nombrado miembro de la Real Academia Española en 1980, año de constitución de la Fundación Princesa de Asturias. El tan reconocido general es Manuel Diez-Alegría, fallecido en Madrid en 1987, a punto de cumplir los 81 años.

Ya que nadie lo va a hacer me gustaría recordar aquí a otro general también asturiano, desde luego con muchos más méritos que el anterior, pero todos olvidados. Me refiero al general Rafael del Riego y Florez. Riego no participó en la Guerra de España (1936-1939), ya que falleció en 1823, pero de haberlo hecho no cabe ninguna duda de que habría sido luchando contra el ejercito que se sublevó contra la II Republica, no en vano fue un consistente valedor de la Constitución de 1812 (Cádiz) antes de que el borbón y muy felón Fernando VII la derogase.

Como digo Riego no participó en la Guerra de España, si lo hizo en la Guerra de la Independencia, siendo hecho prisionero y deportado a Francia tras la derrota de las tropas españolas en la batalla de Espinosa de los Monteros (Burgos - 1808). De regreso a España (1814) luchó contra el absolutismo de Fernando VII, especialmente cuando el rey felón engaña a los españoles por medio de un manifiesto (1820) en favor de la Constitución, mientras que inmediatamente después reclamaba secretamente ayuda extranjera para restablecer el absolutismo que defendía y representaba su corona. Transcurridos apenas tres años desde el fin del sexenio absolutista y el principio del trienio liberal, las intrigas de Fernando VII obtienen su fruto y llegan a España las tropas francesas, ya sabéis los Cien Mil Hijos de San Luis, y el absolutismo borbónico vuelve a los palacios, villas y pueblos.

Riego marcha a Cádiz, con los liberales, para hacer frente al absolutismo y a esos hijos del tan prolífico San Luis, y lo hace en calidad de General en Jefe del III Cuerpo de Ejército. No tuvo suerte ni medios, el 14 de septiembre fue derrotado por los franceses resultando herido de gravedad. A pesar de que logró huir sus tropas le traicionaron y fue hecho prisionero, en Arquillos (Jaén), siendo posteriormente trasladado a la cárcel de La Carolina. Ya en Madrid pidió clemencia al rey por su comportamiento liberal a través de una carta que llegó a ser publicada en la Gaceta de Madrid. De nada le sirvió, su lucha contra el rey le valió ser considerado culpable del delito de "alta traición". El 7 de noviembre de 1923 fue conducido al patíbulo instalado en la madrileña plaza de La Cebada donde fue ahorcado y por si eso no fuera suficiente fue además decapitado. En dicha plaza existe hoy y desde 2002 una placa en recuerdo del general Riego.

Imagen: Memorias de Madrid

El general Diez-Alegría no nos dejó, que yo sepa, ningún legado, si lo hizo en cambio el general Riego, dejando para la historia su incansable lucha en favor de la libertades civiles, convirtiéndose en uno de los máximos exponentes en la lucha contra la represión. Hoy, durante los actos de la entrega de premios, Riego debería ser recordado y homenajeado como insigne ciudadano asturiano, pero eso nunca lo hará un borbón...cobarde y mutilada transición la nuestra.

Riego también nos dejó su himno, el mismo que escuchaban sus tropas en 1820. Un himno revolucionario que tuvo especial esplendor durante la II República y que aún hoy se escucha con emoción, respeto y nostalgia, el Himno de Riego.



Salud y República.


Benito Sacaluga.



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