Los historiadores franquistas nunca se han cansado de repetir, en la actualidad lo siguen haciendo, que la rebelión militar de 1936, a la que ellos siguen llamando Alzamiento Nacional, fue como consecuencia de las continuas revueltas y asesinatos que según ellos asolaban España y que la república consentía, Todos también coinciden que el asesinato de Calvo Sotelo fue la gota que colmó el vaso. Conviene pues, al menos, acudir a fuentes independientes y solventes si lo que queremos es saber las razones que provocaron, ni más ni menos, una guerra civil entre españoles.
Según Herbert R. Southworth, historiador estadounidense especializado en la Guerra Civil española, los motivos fueron bien diferentes y así lo manifestaba ya en los años 60. Dada la contundencia de sus escritos la dictadura de Franco en 1963 creó un departamento especial para contrarrestar los efectos subversivos de la obra de Southworth. Sus obras atacaban con tanta fuerza la compleja justificación que efectuaba la dictadura sobre su propia existencia que todo esfuerzo por parte del régimen para impedir que dichas obras penetraran en España se consideraba insuficiente. La narración sesgada de la historia reciente de España que se utilizaba para reivindicar un régimen brutal dejó de ser sostenible como consecuencia de los escritos de Southworth.
Sobre la tan manida historia de la muerte de Calvo Sotelo y su connotación como detonante de la Guerra Civil, nos dice Southworth:
Los crímenes más espectaculares de este periodo, como muestra Ramos Oliveira, procedían de la derecha. El 14 de abril una bomba explotó bajo la tribuna donde el presidente y el gobierno español al completo presenciaban el desfile del aniversario de la República, el 12 de marzo se organizó un atentado para matar a Jiménes de Asúa, el vicepresidente socialista de las Cortes (la persona que iba con él murió); colocaron una bomba en la casa del abogado republicano Eduardo Ortega y Gasset; dos editores republicanos fueron asesinados; un juez que había condenado a un asesino fascista fue asesinado.
Durante este periodo, cuando Gil-Robles y Calvo Sotelo denunciaron los desordenes, ninguna personalidad importante de la derecha fue molestada. Entonces los asesinos atacaban a los "guardias de asalto", cuerpo muy conocido por sus simpatías republicanas. En mayo, asesinaron a un capitán mientras paseaba al lado de su mujer. El 12 de julio, el teniente Castillo fue asesinado y la muerte de Calvo Sotelo sucedió de inmediato. Lunn y sus compañeros de propaganda franquista pretenden que la muerte de Calvo Sotelo, según la frase de Gil Robles, "...fue la chispa que encendió la indignación nacional". Wibston Churchill muy mal informado de los sucesos españoles, escribió: "Este crimen fue la señal de acción para los generales del Ejército". Winston Churchill compara a Calvo Sotelo con sir Edward Carson, que era un firme defensor de los irlandeses protestantes de Belfast contra la Home Rule, antes de la guerra de 1914. pero sir Edward nunca complotó con el Ejército para derribar al gobierno, como hizo Calvo Sotelo.
No hubo "indignación nacional" tras el asesinato de Calvo Sotelo, porque no era un jefe popular. Su feudo politico era la provincia de Orense, controlada notoriamente por los caciques, y es lícito dudar que pudiese ser elegido en unas elecciones libres en ninguna parte de España. Fue el profeta del régimen corporativo -la democracia orgánica de Franco- en el cual la maquinaria electoral está organizada para impedir la expresión de la opinión popular.
Sigue Southworth aclarándonos la realidad de Calvo Sotelo: Era enemigo del sistema parlamentario y del sufragio directo, porque, razonando correctamente desde su punto de vista, pensaba que unos candidatos con su forma de pensar jamás podrían ganar unas elecciones populares.
De modo que no fue este asesinato el motivo de la rebelión de los militares. Las numerosas obras publicadas en la España franquista sobre los preparativos de la rebelión demuestran que algunos de los proyectos de la rebelión se iniciaron incluso antes de la victoria del Frente Popular y por lo tanto no eran consecuencia de los disturbios que sucedieron a las elecciones. Esto es especialmente válido para los carlistas. Las fuerzas armadas se organizaron en torno a la Unión Militar Española para preparar una rebelión. Los falangistas se declararon dispuestos también a participar en una rebelión el 16 de julio de 1935.
Calvo Sotelo fue a Roma en 1933, para visitar a Mussolini con objeto de solicitar ayuda diplomática y militar en vistas a una posible rebelión. La verdad es que la derecha española jamás aceptó la República y esperaba desde el 14 de abril de 1931 el momento de sublevarse. La derecha confiaba firmemente en ganar las elecciones de 1936 y cuando las perdió, sus principales representantes: Gil Robles por la Iglesia, el general Franco por las Fuerzas Armadas y Calvo Sotelo por las finanzas y los terratenientes, empujaron por separado al primer ministro Portela Valladares a desafiar el resultado de las elecciones y a declarar el estado de guerra. La intervención de Gil Robles está demostrada. El propio Gil Robles formuló su voluntad de cometer un acto inconstitucional en una entrevista concedida al corresponsal portugués Armando Boaventura. Gil Robles le dijo al periodista que, cuando Alcalá Zamora le informó en diciembre de 1935 de que iba a disolver el Parlamento y convocar elecciones , se produjo una violenta escena entre ellos dos. Gil Robles regresó a su despacho, al Ministerio de la Guerra, llamó a los generales Franco, Goded y Fanjul y les dio a conocer la situación: "Inmediatamente les dije que mi opinión era que el Ejército, que los tres ilustres jefes militares representaban válidamente, que tenían que tomar el poder y dar un golpe de estado".La proyectada revuelta se habría producido más o menos igual, hubiese sido asesinado Calvo Sotelo o no.
La dirección del complot militar estaba en manos del general Mola en Pamplona y tenemos en nuestro poder tres libros escritos por personas estrechamente relacionadas con el desarrollo de la conspiración. José María Iriibarren, secretario de Mola, describió la reacción de este cuando se enteró del asesinato de Calvo Sotelo. Su reacción fue simplemente: "Tengo miedo de que si no actuamos con rapidez, no desencadenaremos nunca el Movimiento". Feliz B. Maíz cuenta que la reacción de Mola ante estas noticias fue ordenar simplemente medidas de precaución para evitar todo acto impulsivo susceptible de estropear los planes cuidadosamente concebidos para la sublevación, Maíz escribió en su Diario el 10 de julio: "Podemos estar seguros de que la sublevación se producirá dentro de diez días". Lizarra Iribarren indica que el asesinato de Calvo Sotelo no afectó para nada los proyectos de los conspiradores. Lo que estorbó su progreso fueron los desacuerdos entre Mola y los carlistas que se iniciaron el día 12 y no terminaron hasta el 15 de julio, cuando los carlistas dieron la orden de dar una ayuda total al complot militar.
Douglas Jarrold, el inglés católico fanático que fletó el avión inglés que condujo a Franco desde las Canarias a Marruecos, había terminado la elaboración de los planes que preveían el viaje aéreo cuatro días antes del asesinato de Calvo Sotelo y el avión abandonó Inglaterra dos días antes de su muerte.
Benito Sacaluga
Texto en cursiva: El mito de la cruzada de Franco. Pgs: 337 a 340. Herbert R. Southworth (1964). ISBN:978-84-8346-575-5
No hubo "indignación nacional" tras el asesinato de Calvo Sotelo, porque no era un jefe popular. Su feudo politico era la provincia de Orense, controlada notoriamente por los caciques, y es lícito dudar que pudiese ser elegido en unas elecciones libres en ninguna parte de España. Fue el profeta del régimen corporativo -la democracia orgánica de Franco- en el cual la maquinaria electoral está organizada para impedir la expresión de la opinión popular.
Sigue Southworth aclarándonos la realidad de Calvo Sotelo: Era enemigo del sistema parlamentario y del sufragio directo, porque, razonando correctamente desde su punto de vista, pensaba que unos candidatos con su forma de pensar jamás podrían ganar unas elecciones populares.
De modo que no fue este asesinato el motivo de la rebelión de los militares. Las numerosas obras publicadas en la España franquista sobre los preparativos de la rebelión demuestran que algunos de los proyectos de la rebelión se iniciaron incluso antes de la victoria del Frente Popular y por lo tanto no eran consecuencia de los disturbios que sucedieron a las elecciones. Esto es especialmente válido para los carlistas. Las fuerzas armadas se organizaron en torno a la Unión Militar Española para preparar una rebelión. Los falangistas se declararon dispuestos también a participar en una rebelión el 16 de julio de 1935.
Calvo Sotelo fue a Roma en 1933, para visitar a Mussolini con objeto de solicitar ayuda diplomática y militar en vistas a una posible rebelión. La verdad es que la derecha española jamás aceptó la República y esperaba desde el 14 de abril de 1931 el momento de sublevarse. La derecha confiaba firmemente en ganar las elecciones de 1936 y cuando las perdió, sus principales representantes: Gil Robles por la Iglesia, el general Franco por las Fuerzas Armadas y Calvo Sotelo por las finanzas y los terratenientes, empujaron por separado al primer ministro Portela Valladares a desafiar el resultado de las elecciones y a declarar el estado de guerra. La intervención de Gil Robles está demostrada. El propio Gil Robles formuló su voluntad de cometer un acto inconstitucional en una entrevista concedida al corresponsal portugués Armando Boaventura. Gil Robles le dijo al periodista que, cuando Alcalá Zamora le informó en diciembre de 1935 de que iba a disolver el Parlamento y convocar elecciones , se produjo una violenta escena entre ellos dos. Gil Robles regresó a su despacho, al Ministerio de la Guerra, llamó a los generales Franco, Goded y Fanjul y les dio a conocer la situación: "Inmediatamente les dije que mi opinión era que el Ejército, que los tres ilustres jefes militares representaban válidamente, que tenían que tomar el poder y dar un golpe de estado".La proyectada revuelta se habría producido más o menos igual, hubiese sido asesinado Calvo Sotelo o no.
La dirección del complot militar estaba en manos del general Mola en Pamplona y tenemos en nuestro poder tres libros escritos por personas estrechamente relacionadas con el desarrollo de la conspiración. José María Iriibarren, secretario de Mola, describió la reacción de este cuando se enteró del asesinato de Calvo Sotelo. Su reacción fue simplemente: "Tengo miedo de que si no actuamos con rapidez, no desencadenaremos nunca el Movimiento". Feliz B. Maíz cuenta que la reacción de Mola ante estas noticias fue ordenar simplemente medidas de precaución para evitar todo acto impulsivo susceptible de estropear los planes cuidadosamente concebidos para la sublevación, Maíz escribió en su Diario el 10 de julio: "Podemos estar seguros de que la sublevación se producirá dentro de diez días". Lizarra Iribarren indica que el asesinato de Calvo Sotelo no afectó para nada los proyectos de los conspiradores. Lo que estorbó su progreso fueron los desacuerdos entre Mola y los carlistas que se iniciaron el día 12 y no terminaron hasta el 15 de julio, cuando los carlistas dieron la orden de dar una ayuda total al complot militar.
Douglas Jarrold, el inglés católico fanático que fletó el avión inglés que condujo a Franco desde las Canarias a Marruecos, había terminado la elaboración de los planes que preveían el viaje aéreo cuatro días antes del asesinato de Calvo Sotelo y el avión abandonó Inglaterra dos días antes de su muerte.
Benito Sacaluga
Recordando a Herbert Southworth
Texto en cursiva: El mito de la cruzada de Franco. Pgs: 337 a 340. Herbert R. Southworth (1964). ISBN:978-84-8346-575-5
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